La idea del Madrid que proclama Florentino Pérez se debe aproximar mucho a lo que se vio ayer en el Bernabéu: un majestuoso despliegue de la caballería blanca y un racimo de goles, siete en este caso. No fueron goles cualquiera. Resulta que a las estrellas de la casa les dio por competir en la belleza de los remates. Dos de los tres tantos de Raúl fueron maravillosos, uno muy torero, el otro un monumento a la sutileza en el control y en la vaselina sobre Caminero y Bizzarri. Hubo otro espectacular de Zidane, una volea de zurda que estuvo precedida por un pase largo y perfecto de Beckham. Ronaldo también dejo la firma en el regate a Caminero y el remate cruzado con la izquierda. El de Figo fue más prosaico, un penalti, pero su actuación tuvo mérito. Jugó por la derecha, a la vieja manera, como extremo, y resultó importante en el festival madridista. A Beckham tampoco le fue mal. Jugó al lado de Cambiasso, con generosidad en el despliegue físico y con su habitual precisión en los desplazamientos. Fue, en definitiva, una noche clamorosa de las estrellas del Madrid y un partido que le viene de perlas a su entrenador, que todavía está de meritorio.
REAL MADRID 7 - VALLADOLID 2
Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Bravo, Roberto Carlos; Figo (Guti, m. 63), Beckham, Cambiasso (Borja, m. 71), Zidane (Núñez, m. 74); Raúl y Ronaldo.
Valladolid: Bizzarri; Gómez, Jonathan (Losada, m. 35), Julio César, Marcos; Caminero; Richetti, Jesús, Sousa (Chema, m. 43), Zapata (Óscar, m. 57); y Sales.
Goles: 1-0. M. 21. Julio César, en propia meta.
2-0. M. 32. Raúl, con la espuela, a pase de Figo.
3-0. M.34. Raúl supera a Caminero y levanta una vaselina sobre Bizzarri al palo contrario.
4-0. M. 52. Zidane empalma un pase de Beckham de 40 metros.
4-1. M. 55. Losada, de penalti.
5-1. M. 56. Figo, de penalti.
5-2. M. 57. Chema, a centro de Richetti.
6-2. M. 80. Ronaldo, a pase de Beckham.
7-2. M. 85. Raúl atrapa un rechace y define de tacón.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Chema y Salgado.
75.000 espectadores en el estadio Bernabéu.
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El Valladolid jugó el papel de equipo deprimido. Acaba de comenzar la Liga y parece que está consumido. No tuvo entereza, ni juego, ni voluntad alguna de complicar la vida al Madrid, que generalmente suele encontrar dificultades para imponerse al Valladolid. No en esta ocasión. Mezcló facilidad y contundencia en un partido que se ventiló en la primera parte. Lo ventiló Raúl con dos goles. Después de un inútil conato de debate, Raúl ha cerrado la semana con cinco goles. Dos en la selección y tres en el Madrid, típica reacción de un delantero que se crece en los desafíos.
Los dos primeros goles de Raúl fueron una belleza. Sacó un complicadísimo taconazo en el primer tanto y no dudó en la vaselina del segundo. Por espectaculares que fueran, tuvieron el punto de astucia que inevitablemente acompaña a Raúl en el área. El Valladolid, que había llegado al partido con muy poco ánimo, necesitó muy poco para entregar la cuchara. Parece mentira: hay equipos que regresan del verano como si detestaran el fútbol. Es la impresión que ofreció el Valladolid. Le faltó energía, orden y determinación. Ni tan siquiera aprovechó las tradicionales concesiones defensivas del Madrid. Sus dos goles no significaron nada. Para gente como Pavón y Raúl Bravo, los chicos de la casa que ahora ofician de centrales en el Madrid, fue un encuentro sin complicaciones. Pavón da buena pinta desde hace tiempo. Es un defensa atento, con una acreditada capacidad para anticiparse a los problemas. Raúl Bravo es, por ahora, la apuesta más notable de Queiroz. Lateral largo, bastante caótico, no parecería el jugador más adecuado para resolver los problemas en el centro de la defensa. Sin embargo, funcionó bastante bien. Corrigió las situaciones más por velocidad que por conocimiento del oficio, pero es cierto que la defensa madridista siempre ha sufrido por lenta. Por ahí tiene una vía de arreglo, al menos circunstancial.
El técnico colocó a Figo en su posición natural, con el traslado de Beckham al centro del campo. Está claro que los experimentos del verano no han satisfecho a Queiroz. El Madrid necesita amplitud. Hasta ahora no la había tenido. Figo fue el jugador concreto que necesita el equipo. Jugó de extremo derecho y no se movió allí. Eso es capital para el buen funcionamiento del Madrid, que suele ofuscarse cuando Figo invade los espacios que por naturaleza corresponden a Zidane o Raúl. De lo demás se encarga el talento extraordinario de esta gente, que hizo feliz a la parroquia y, muy particularmente, a Florentino Pérez, el patrocinador de este modelo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de septiembre de 2003