Una vez más por motivos de salud vuelvo a esta institución hospitalaria y una vez más se produce el reencuentro con algo que considero mío en la más amplia acepción del término. Porque lo considero un patrimonio personal en lo físico, porque vuelvo con la que considero mi gente que se entrega a mi cuidado desde el más humilde empleado de la limpieza hasta el más insigne de los doctores.
Sí, realmente es difícil encontrar un lugar donde me colmen de atenciones tanto en lo personal como en lo humano, rodeado de este personal que raya el trato mimoso, afectivo, tan reconfortante con el paciente, con esa entrega vocacional.
Ignoro dónde me llevará el destino tras mi intervención quirúrgica, pero donde quiera que me halle, levantaré la bandera de la gratitud y del bien hacer del equipo humano de ese departamento 6.100 cuya fama trasciende los límites de esta ciudad.
Reiterando una vez más mi gratitud y consideración al personal del equipo de digestivo del hospital Gregorio Marañón (6.100), ruego publiquen esta carta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de septiembre de 2003