Collins, Michou, Lulu, Nadine y Duffe formaron la fila encargada de depositar, con toda solemnidad, las flores en el monumento que recuerda a los caídos en la localidad vascofrancesa de Urrugne. Fue uno de los hitos de la primera jornada de marcha entre Ciboure y Rentería para recordar la labor de la red Comète, que en los años de la II Guerra Mundial puso a salvó a cerca de tres centenares de aviadores aliados, derribados en campo enemigo.
Cerca de un centenar de personas participan a lo largo de este fin de semana en el homenaje a la red Comète. Entre ellos se encuentran colaboradores de la resistencia contra el régimen nazi que habían llegado desde Inglaterra, Bélgica y Holanda, junto a familiares y amigos de quienes participaron en la aventura, y miembros del grupo de montaña Urdaburu.
El grupo cruzó ayer, simbólicamente, la frontera del Bidasoa por San Miguel, en Irún. Rememoraron así la última etapa de un peligroso viaje en años de guerra, que podía comenzar en cualquier punto de la Europa ocupada. Los pilotos del bando aliado eran trasladados por la red Comète hasta Bruselas; desde allí llegaban a París para reagruparse antes de emprender camino a San Juan de Luz y Ciboure. El objetivo era llegar a España, país que oficialmente era neutral, para permitir la evacuación de los aviadores a Gran Bretaña desde Gibraltar.
Sin la colaboración de los diplomáticos aliados destacados en Madrid la operación hubiera sido imposible. También sin el apoyo de los mugalaris que conducían a los fugitivos por los montes vascos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de septiembre de 2003