La ONU se convirtió ayer en un foro de intensas protestas contra Israel ante su intención de deportar al líder de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat. En un debate abierto del Consejo de Seguridad, más de 40 representantes calificaron de ilegales e injustificables las amenazas del Gobierno de Ariel Sharon y advirtieron de sus terribles consecuencias para la región. Los palestinos pidieron que los discursos desembocaran en una resolución contundente. Estados Unidos, amenazó, apenas veladamente, con vetar el texto, si no se incluían también condenas contra Hamás y la Yihad Islámica.
Nunca las críticas habían sido tan unánimes. Normalmente los debates sobre el conflicto palestino-israelí, una de las grandes asignaturas pendientes de la ONU, suelen diluirse en eternas sesiones. Ayer los ataques fueron rotundos.
Terje Roed-Larsen, el coordinador especial para Oriente Próximo, marcó el tono de la sesión al trazar un balance pesimista del enfrentamiento. "Me siento muy decepcionado al comprobar que desde el último informe, el pasado 19 de agosto, el proceso de paz está paralizado". "La implementación de la Hoja de Ruta", denunció Larsen , "nunca empezó realmente" porque "ninguna de las partes se ha tomado en serio las preocupaciones de su interlocutor".
El coordinador especial defendió la figura de Arafat, un presidente "democráticamente elegido y por lo tanto líder legítimo de los palestinos", el representante de "su identidad y de sus aspiraciones nacionales".
Fue el principio de una larga ristra de críticas contra las intenciones de Israel de deportar e incluso asesinar al líder palestino. "La decisión israelí de apartar a Yasir Arafat (...) es contraria a las reglas elementales del derecho internacional. Es también un grave error político: anunciar esta decisión y más aún su eventual puesta en práctica sólo puede ser contraproducente para la seguridad de Israel", dijo el embajador francés, Jean-Marc de la Sablière.
"El anuncio de Israel sobre una posible deportación de Arafat no contribuye en nada al proceso de paz, más bien todo lo contrario. Abre la puerta a un aumento de las tensiones en un contexto muy frágil. Sería un error de incalculables pero previsibles consecuencias", declaró el representante español, Inocencio Arias.
Aislado, el embajador israelí, Dan Gillerman, mantuvo la posición de su Gobierno. "Si hubiéramos querido matar a Arafat, ya lo habríamos hecho, hemos tenido tres mil ocasiones. Hemos determinado que Arafat es un obstáculo a la paz y es necesario apartarlo. Decidiremos cuando y cómo se llevará a cabo", declaró Gillerman.
Esta madrugada (hora española) se suspendió la sesión y se decidió aplazar una posible votación hasta hoy. El borrador que el grupo de países árabes hizo circular el pasado viernes, "exige a Israel que abandone cualquier acto de deportación y deje de amenazar la seguridad del presidente electo de la Autoridad Palestina". También pide que "cesen todos los actos de violencia" y expresa su apoyo al plan de paz, la llamada Hoja de Ruta.
La posición de EE UU
"El texto es aceptable para la mayoría del Consejo. Todo el mundo tiene los ánimos muy calientes después de las amenazas de asesinato de este fin de semana. El problema es Estados Unidos", dijo un diplomático europeo.
El pasado domingo, el secretario de Estado, Colin Powell, repitió que "no respaldaba eliminar o exiliar Arafat", algo que provocaría "rabia en el mundo árabe", pero ayer, EE UU amenazó indirectamente con bloquear el texto. "Cualquier resolución del Consejo sobre Oriente Próximo debe incluir una condena explícita a Hamás, la Yihad Islámica y los Mártires de la Brigada de Al Aqsa y un llamamiento a la destrucción de sus infraestructuras. No apoyaremos una resolución que no se refiera a estas amenazas", indicó el embajador estadounidense, John Negroponte. Preguntado sobre la posibilidad de introducir estos cambios, el representante palestino, Nasser Al-Kidwa, contestó con un rotundo "no".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de septiembre de 2003