La desorbitada inversión (¿inversión?) en armamento que ha anunciado el Gobierno español, 4.176 millones de euros, es la gota que colma el vaso de mi paciencia, y supongo que la de muchos de mis conciudadanos. ¿Es que no tenemos otras prioridades que defendernos de enemigos inexistentes? ¿No sería mejor buscar las raíces de los problemas y destinar el esfuerzo que haga falta a construir la paz? ¿No sería mejor abogar por el multilateralismo pacífico que por la salvajada de las armas? ¿Es que no hemos aprendido nada después de tantas guerras y tanto sufrimiento?
Ya en España, a la hora de orientar el gasto público, sabemos que la sanidad no cuenta con los recursos necesarios para funcionar , y que la calidad de la educación está bajando precipitadamente. Sabemos que los servicios sociales para las familias están bajo mínimos, y también que nuestro medio ambiente no se está cuidando, precisamente.Y nos gastamos el dinero de todos en armamento. Me parece insultante como ciudadana, la verdad.
Además, los terrenos militares en desuso se podían haber cedido a los ayuntamientos para construir vivienda protegida, y contribuir así a que muchas familias puedan ver realizado el derecho mínimo de tener una vivienda. O a recintos educativos, o a mil otros usos sociales. Claro, que después del espectáculo vergonzante que vimos en la Comunidad de Madrid, dudo seriamente que a nuestro Gobierno le interese lo más mínimo el acceso a la vivienda y a los servicios sociales. ¿No creen que nos merecemos algo mejor?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de septiembre de 2003