Las salas que albergan las obras más antiguas del Museo de Bellas Artes de Bilbao reciben desde hoy a los visitantes con las paredes pintadas de verde y una luz suave. Envuelta en esos cambios superficiales, la nueva presentación de la colección de la pinacoteca de los siglos XII al XV, desde las tablas románicas a las pinturas y tallas del primer Renacimiento, ha recuperado el estricto orden cronológico, perdido hace dos años en el montaje realizado para la reinauguración del centro. Además, se expone un 34% más de obras.
Ayer todavía olía a pintura fresca en las cinco primeras salas del museo cuando su director, Javier Viar, defendía el criterio cronológico en el discurso artístico de la colección. "Ya sabemos que existen otras maneras de presentar las obras, pero difícilmente otro orden puede superar al cronológico, el orden en el que las obras se han producido en la Historia". La experimentación - como el enfrentamiento de trabajos separados por siglos o el agrupamiento temático de piezas de distintos estilos- quedará reservada a las exposiciones temporales o a intervenciones puntuales, como el vídeo del canadiense Mark Lewis, que se contrapone durante unos meses con la pintura de Francisco Iturrino.
La revisión de la colección expuesta seguirá avanzando paulatinamente por el resto del recinto a lo largo de los próximos meses. La presentación trata de destacar la calidad y la belleza de las obras en el marco más sugestivo, con una iluminación general más tenue, que se acentúa sobre las obras de arte, en un intento de rememorar las condiciones originales de exhibición. El verde musgo de las paredes ha sido seleccionado por su capacidad para resaltar el color y los dorados de la pintura medieval.
Los fondos del Museo de Bellas Artes superan las 7.000 piezas, sin contar la obra sobre papel, de las que el público sólo ve expuestas un 20%. Viar quiere "hacer visible la riqueza patrimonial", mostrando todo lo que admitan las salas. En esta primera fase de remodelación han abandonado los almacenes una veintena de piezas, en su mayoría tallas, como la figura de Santa Catalina de Alejandría, una escultura de madera policromada del siglo XV, que contribuye a mostrar cómo los primeros renacentistas incorporaron al arte la imagen de la mujer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de septiembre de 2003