Como mujer de izquierdas -puede leerse también roja y en oposición total a la política que está haciendo el PP-, se me abren las carnes al ver los derroteros que está siguiendo el PSOE desde la crisis de la Comunidad de Madrid. Es la gráfica imagen de una vaca sin cencerro. No se puede entender que después de todos los ríos de tinta que se han vertido sobre los Tamayo, las Sáez, los Romero de Tejada y las Noches de Blanco Satén en el Hotel Santo Mauro se estén dejando perder la partida de una forma tan escandalosa.
Parece pertinente que Zapatero, para hacer gala de su tribu, tenía que haber hecho una renovación desde la base o, lo que es lo mismo, aceptar la dimisión de Blanco y dimitir a unos cuantos más. A continuación, no hacer oídos sordos, ni mucho menos considerar infiel al partido a Cristina Alberdi por expresar su sensibilidad política. Y con estos dos goles a su favor, plantar cara a los contrarios y darse cuenta de que ganan no porque juegan bien, sino porque nosotros no jugamos.
Disculpe mi resabio de Pepito Grillo, pero acepte que soy de las suyas, Zapatero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de septiembre de 2003