La convocatoria de un partido es suficiente para que la afición acuda al campo. Temía la directiva que la hora del inicio (19.30, por imperativos televisivos) menguara la presencia de la hinchada en las gradas. Así que para animar a la gent blaugrana organizó nuevamente varios actos lúdicos como prólogo. La realidad probó que los aficionados acuden a ver a Ronaldinho y su equipo. El grupo musical que amenizó la espera, Lax'n'busto, tocó sin apenas público y, en cambio, cuando el Barça saltó al césped la grada estaba tan llena como preciosa.
La velada hizo honor al lema de la convocatoria: Tarde de futbol. Ni pinchos navarros ni vino de la Ribera ni nada motivó más al barcelonismo que el partido. Enganchados como están a la corriente de ilusión generada desde el palco, muchos socios llegaron con los niños de la mano. Mucho crío y mucho turista confirman que el renacer barcelonista tiene cantera y gancho suficiente también fuera del país.
Únicamente el gol norte nada contra corriente. Allí hubo, de nuevo, más sillas vacías que boixos nois. "Nos hemos limitado a seguir las normas de control habituales", dijo Francesc Carretero, responsable de seguridad del Camp Nou, cargo que abandonará la próxima semana. La realidad es otra. Los controles en las puertas 86, 87 y 88, dentro ya del recinto del estadio, los realizaron miembros de la policía nacional, que, en número de 100, afrontaron el envite, según uno de los responsables del dispositivo, "como un partido más". Al gol norte no tuvo acceso nadie que no tuviera abono de la zona, algo que no sucedía antes. Por eso seguramente hubo menos boixos de lo que era habitual en pasadas temporadas. Se hicieron escuchar, coreando insultos contra Joan Laporta, advirtiéndole de que no logrará que se vayan, y sembrando octavillas en el arranque del segundo tiempo en el que tildaban al presidente de mentiroso por acusarles de chantaje: "¿Por qué no dice quién le pidió dinero y entradas? ¿Fueron a lo mejor miembros de la seguridad privada? Ni todos los boixos son violentos ni todos los violentos son boixos. Que nadie dude del catalanismo y el barcelonismo dels boixos".
Nadie les hizo caso. La afición azulgrana se ha subido a la ola que impulsa Laporta y los más radicales van en dirección contraria. La hinchada sólo tiene ojos para el equipo y ayer nuevamente más de 80.000 espectadores acudieron al estadio aunque el Barça lleve tres empates consecutivos a un gol: frente al Boca, el Sevilla y Osasuna.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de septiembre de 2003