El único capellán musulmán de la base naval de EE UU en Guantánamo, James Yee, ha sido detenido bajo sospechas de espionaje para la organización terrorista Al Qaeda y traición. El capitán Yee, graduado en West Point, permanece en el centro militar de confinamiento Naval Consolidated Brig de Charleston (Carolina del Sur), según confirmó el capitán Thomas Crossom, del Mando Sur del Pentágono.
Yee fue detenido con documentos secretos cuando regresaba de Guantánamo (en Cuba) a Florida el 10 de septiembre, tras una larga investigación conjunta de la policía militar y el FBI. La justicia militar no ha presentado cargos contra él. "La investigacion continúa, y Yee seguirá detenido hasta que concluya la investigación", afirmó Crossom anoche.
Entre los documentos que le confiscaron a Yee al bajarse del avión en la base militar de Jacksonville (Florida), figuraban diagramas de las celdas, mapas de la base de Guantánamo y la lista completa con los nombres de todos los detenidos. La investigación se centra en la sospecha de que estuviera obteniendo información y documentos para pasárselos a la organización terrorista de Osama Bin Laden.
Yee, de origen chino, se convirtió al islam en 1990 y dejó el Ejército estadounidense a mitad de esa década para trasladarse a Siria. Años después se reincorporó y a fines del año pasado fue destinado a Guantánamo como capellán de los cerca de 660 musulmanes detenidos por EE UU en Afganistán tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Durante una entrevista con EL PAÍS el pasado febrero en Guantánamo, Yee, también conocido por su nombre musulmán, Yousef, afirmó que "la mayoría" de los detenidos eran personas pacíficas que se habían visto atrapadas involuntariamente en la guerra de Afganistán. El capitán Yee ha sido el consejero espiritual y el principal interlocutor de los detenidos con sus captores desde el momento en que el Pentágono instauró un sistema de premios y castigos para estimular la cooperación en los interrogatorios.
Los cerca de 660 detenidos en la base estadounidense, entre ellos varios adolescentes de entre 13 y 15 años y un ciudadano español, se encuentran en un limbo jurídico desde su llegada al campo al final de la guerra de Afganistán, en diciembre de 2001. No han sido formalmente acusados de ningún crimen y no han tenido acceso a un abogado. Los estadounidenses les consideran "una amenaza militar", y les han sometido a interrogatorios.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Right Watch han denunciado el trato reservado a los menores de edad y a todos los prisioneros de Guantánamo. Según una información oficial del departamento de Defensa estadounidense, hasta la fecha, 31 presos han intentado suicidarse.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de septiembre de 2003