En el concierto inaugural de Ibermúsica celebrado en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, a cargo de la Israel Philarmonic Orchestra, bajo la dirección de Zubin Mehta, me vi desagradablemente sorprendido por la presencia de cuatro seres humanos, presuntamente pertenecientes a algún servicio de seguridad del Estado de Israel, que se dedicaban a vigilar a los sufridos espectadores; por cierto, dos de ellos detrás del coro, uno paseándose y el otro en actitud que yo interpretaría como chulesca. Eso sí, no nos apuntaron en ningún momento con metralletas u otros ingenios bélicos.
Indignado ante la pasividad del público ante esta provocación, me ausenté de la sala durante la segunda parte. Espero que cuando venga una orquesta norteamericana no nos sorprendan las autoridades españolas dando permiso para que nos custodie un batallón de marines.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de septiembre de 2003