Este verano, en Portugal saqué dinero con una tarjeta del cajero automático de una oficina del BBVA, del que hasta ahora soy sufrido cliente en España. A mi regreso a casa compruebo sorprendido que me han cobrado una comisión del 3% del total del dinero que había sacado. A mi reclamación contesta el defensor de la clientela diciéndome, en síntesis, que, aunque forma parte del mismo grupo y los accionistas son los mismos, el BBVA portugués es un Banco extranjero.
Entonces, ¿para qué el euro?, ¿para que la Unión Europea?, ¿para qué la globalización? ¡Qué sabios son los suecos! Y ¡qué envidia!: les consultan en referéndum antes de decidir en asuntos de este tipo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de septiembre de 2003