Sin necesidad de especial aniversario, Ibermúsica parece rendir un consistente homenaje a Mahler en los ciclos de la presente temporada. Inició la serie Mehta con la Séptima sinfonía y proseguirán Fischer, Eschenbach, Bychkov, Inbal y Gatti con la Novena, la Primera, la Tercera, la Sexta y el adagio de la Décima. Con la Filarmónica de Israel, participan en el ciclo las formaciones Festival de Budapest, Filadelfia, Colonia, Berliner Sinfonie, y Real Filarmónica de Londres. Total: tenemos, una vez más, la pasión por Mahler cultivada con magisterio y devoción.
La compleja, difícil y extensa Séptima, en unión de la Sexta de Schubert, llevaron el domingo al Auditorio Nacional a un público más numeroso que aplaudidor. Quizá una obra de la intensidad y volumen de la Séptima reclame la soledad en el programa. Quizá, también, el espíritu de las tres serenatas centrales con su sustrato vienés y schubertiano suponen la tentación de emparejar al romántico con el posromántico, mientras los grandes movimientos extremos ofrecen suficientes claves frente al pasado y ante el futuro.
Orquestas del Mundo / Ibermúsica
Israel Philharmonic Orchestra. Director: Zubin Mehta. Obras de Schubert y Mahler. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de septiembre.
La Orquesta Filarmónica de Israel revalidó sus altas cualidades excepcionales en las cuerdas, considerables e incluso virtuosísticas, en todas las secciones. En cuanto a Mehta, me parece que no entiende a Mahler desde ningún supuesto que no parta de la pura sustancialidad musical, seguro como puede estar de que el compositor y primer gran director moderno fue un apasionado de la categoría profesional. Que tras el inmenso tríptico que es la Séptima sinfonía habite todo un mundo pleno de resonancias de un tiempo y unas circunstancias no turba lo verdaderamente importante: la obra trabajada en parte con felicidad y potencia evocativa y en otra como airada reacción ante el caos que avanzaba. Pero no debemos seguir pensando en Mahler como caso, sino cual herencia instalada con grandeza y problematicidad y resuelto con una rara originalidad. Analizada y largamente vivida por Mehta, la interpretación ovacionada anteayer es rica, creativa, lúcida y, cuando los pentagramas lo demandan, verdaderamente deslumbrante. Problemática es acaso la Sexta sinfonía schubertiana, hasta el punto de asomar lo que serán la Inacabada o, mejor diría, "sinfonía en dos tiempos", y la inmensa ascensión a la Sinfonía en do, "la Grande" o de las "divinas dimensiones".
Repertorio
En suma, tras la lección monográfica sobre el gigante contemporáneo Stravinski, Mehta y su Filarmónica asentaron todo un repertorio de bien hacer, bien sentir y bien comunicar. Un concierto de altos vuelos, además de una propuesta contra la superficialidad de tantos otros sucesos sonoros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de septiembre de 2003