La primera derrota del Real Madrid en el Bernabéu en la Copa de Europa (0-1 ante el Juventus, en febrero de 1962), fue por culpa de un joven de gran cabeza que ayer se paseaba por un hotel de Madrid con majestad de tigre. A los 68 años su melena blanca desafía al tiempo con la misma obstinación que los huesos de su espalda, compacta y recta. El gesto fiero de Enrique Omar, Cabezón, Sívori (Buenos Aires, 1935) coincide con la voz ronca, como de rugido. "Sólo diré una cosa de mí y ya no hablaré más de mí", afirma; "en mis primeros cuatro años con la Juve, en 111 partidos convertí 90 goles".
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El 21 de febrero de 1962 Sívori empató la eliminatoria de semifinales con un gol en el Bernabéu. En Turín Di Stéfano había hecho el 0-1 favorable al Madrid. El desempate, en París, beneficiaría al Madrid (3-1). Ayer por la mañana Sívori y Di Stéfano se disponían a almorzar juntos. Sívori forma parte de la delegación del River Plate que hoy participará en el homenaje al ídolo madridista en el Trofeo Bernabéu. Y seguramente habrá pocos hombres en el campo más unidos por la misma historia.
Poco después de la génesis profesional del fútbol argentino, en el River de la década de 1940, la delantera que formaron Muñoz, Pedernera (el Beethoven del Fútbol), Labruna, Moreno y Loustau fundó una escuela. Si partiendo del banquillo Alfredo di Stéfano fue su suplente más famoso, desde la grada, como hincha primero y como jugador de la cantera después, Sívori representó la explosión tardía. "Yo jugué unos tres años en River y me vine muy jovencito a la Juventus, en 1957", recuerda. "Alfredo hizo algo parecido, pero unos años antes. Como delanteros, éramos diferentes. Yo era más de potrero. Me basaba más en la habilidad que en la potencia".
Internacional con Argentina y con Italia, Sívori marcó una época. Lo hizo gracias a una combinación de virtudes muy rioplatenses: la picardía, la intimidación verbal de los adversarios, y una portentosa capacidad para improvisar regates y tirar caños, siempre con las medias caídas, desnudando la tibia. Con la Juve fue Balón de Oro en 1961, después de completar una temporada soberbia. Entre sus hazañas, los hinchas de Turín recuerdan los seis goles que le metió al Inter en una sola tarde. Y como no se llevó bien ni con los rivales ni con los árbitros, a lo largo de los ocho años de estancia en el calcio acumuló diez expulsiones. "Futbolísticamente siempre me sentí argentino", dice Sívori. "No cambié jamás mi manera de jugar. Jugué de la misma manera en Argentina que en Europa. Me encontré cómodo enseguida".
"Si Alfredo hubiera jugado en el fútbol indio hubiera triunfado", sentencia Sívori. "Desde 1940 hasta 2003 he visto muchos jugadores y ninguno como él. Yo lo vi debutar en un amistoso, en 1944, como aficionado de River, y siempre se vio que tenía enormes condiciones. Pero las expresó después. En Colombia es cuando se demuestra como un jugador distinto. En Millonarios jugó con gente alrededor que eran enormes jugadores: Néstor Rossi, Pedernera, Báez, y una serie de futbolistas que influyeron en su desarrollo. En España logra el máximo. Mejora y se hace más participativo en toda la cancha".
"Del Di Stéfano que se acordaban en Argentina era de la Saeta Rubia, el hombre veloz", dice Sívori. "Hoy dicen que el fútbol es más veloz que antes pero hoy no hay un jugador con la velocidad que tenía Di Stéfano. O un extremo con la velocidad de Gento. No hay. Roberto Carlos, quizá, pero es defensa y si sube a lo mejor lo sorprenden. El fútbol tiene dos velocidades: la mental y la física, y ni mental ni físicamente el fútbol de ahora es más rápido que el de 50 años atrás. Dentro de 20 años la prensa va a decir: 'Hoy Raúl no puede jugar al fútbol'. Lo van a decir porque se viven diciendo esas cosas. Y no es cierto porque la cancha mide lo mismo, y los hombres son los mismos, 22... Si hoy jugaran 44 claro, uno diría que no hay espacio".
Sívori medita sobre el espacio y concluye: "El otro día fui a ver un partido de River y a 20 metros del banderín del córner, en toda la banda, había 50 palomas comiendo. ¡Y me dicen que no hay espacio! ¡Mira esas palomas como comen ahí! El espacio no lo ocupan los jugadores. Lo ocupan las palomas. ¡Y casi toda la tarde comiendo!".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de septiembre de 2003