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OPINIÓN DEL LECTOR

Incendio en Robledo

El 20 de septiembre ha ardido el monte Santa Catalina (Robledo de Chavela-Valdemaqueda). La zona es de extensos pinares y de interés ecológico notable. El incendio, originado cerca de un camino forestal, ha sido la crónica de una catástrofe anunciada. La explicación es que no se ve vigilancia alguna, no se ven cuadrillas preventivas forestales ni siquiera en esta época de sequía, los caminos están abiertos al paso de todo tipo de transeúntes y vehículos; eso sí, existe una torreta de vigilancia en la que no se ve vigilante alguno. Los cortafuegos están descuidados, pero en los pueblos afectados se gastan millones en fiestas ruidosas en esta época de sequía. Pero eso ya no tiene importancia.

Lo importante ahora es señalar que, desde que avisé al teléfono 112 al divisar la primera columna de humo a las 16.30 hasta que llegaron los tres primeros helicópteros con sus pequeños recipientes de agua, transcurrió más de media hora. Entretanto, desde mi urbanización veía progresar el fuego hasta adquirir proporciones pavorosas; vi cundir la alarma y vi descender por el monte jabalíes que huían despavoridos, así como huir los buitres y las águilas que merodean. A las 20.00 se retiraron los helicópteros de la montaña humeante, donde quedaron ardiendo decenas de fogatas.

No creo que sea para enorgullecer a los servicios de incendios el resultado obtenido, que ha sido prácticamente el de un segundo Abantos. Tenemos otro monte singular de la Comunidad que lo verá reforestado, con suerte, la generación siguiente. Pero, ¡ánimo!, quedan aún hectáreas que quemar y animales que socarrar en los próximos ejercicios estivales. ¿Cuántos incendios semejantes necesitan los responsables para dar una respuesta eficaz en la prevención de incendios?- A. Javier Serrano. Madrid.

Mientras arden hectáreas de magnífico bosque mediterráneo, en una zona reconocida por la Comunidad Europea de especial protección por su valor medioambiental, hago memoria del triste récord de incendios que la están arrasando por los cuatro costados. La naturaleza privilegiada del suroeste de la Comunidad (encinares de los ríos Alberche y Cofio) no sólo se encuentra desprotegida frente a las amenazas "tradicionales" (carreteras, especulación urbanística, trasvases, vertidos...), sino que sufre una catastrófica gestión en la prevención y extinción de incendios.

O se consigue una eficaz y urgente protección del medio ambiente o esta consejería no tendrá otra tarea que la de plantar petunias en la entrada de las urbanizaciones.- Concha Velasco Muñoz. Madrid.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de septiembre de 2003