El dinero parece que lo paga todo y hasta genera amnesia. Quiero referirme a la visita que nuestro presidente, el señor Aznar, ha realizado al líder libio Gaddafi. Sin llegar a pasar una semana del levantamiento de las sanciones a Libia por el Consejo de Seguridad de la ONU, ha realizado esta visita por considerar que Libia está tomando una actitud positiva de rechazo al terrorismo y, además, desea que se reincorpore a la comunidad internacional. Todas las acciones terroristas que ha venido desarrollando o apoyando el líder libio parece que van quedando en el olvido después de indemnizar a los familiares de las víctimas de los atentados de Lockerbie de 1988 (que produjo 270 muertos), y el del C-10 de UTA de 1989 (170 muertos).
Y es que un terrorista que indemniza parece que es menos terrorista e incluso deja de serlo. Todo parece indicar que la vida tiene un precio, aunque el que reciba la indemnización no sea precisamente el asesinado. Habría que saber si los 440 muertos de estos atentados estarían de acuerdo en el perdón de su asesino sólo por dinero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de septiembre de 2003