No fue la presentación esperada. No hubo goles, tampoco mucho juego. Todo se quedó en un triste empate que complica la clasificación al Villarreal, que tendrá que sortear trampas, evitar minas, taparse los oídos, abstraerse del ambiente y conseguir un gol más que su rival en el previsible infierno turco.
VILLARREAL 0 - TRABZONSPOR 0
Villarreal: Reina; Belletti, Ballesteros, Quique Álvarez, Arruabarrena; José Mari, Martí, Riquelme, Calleja (Roger, m. 79); Víctor (Xisco, m. 77) y Anderson (Javi Venta, m. 63).
Trabzonspor: Hasan; Tayfun, Oumar, D'Haene, Somers (Yacinkaya, m. 35); Gokdeniz, Huseyin, Ibrahim, Romashchenko (Yattara, m. 78); Fathi y Mehmet (Agustine, m. 61).
Árbitro: Laurent Duhumel (Francia). Amonestó a Tayfun, Mehmet y a Quique Álvarez.
Unos 18.000 espectadores en el campo El Madrigal.
Sin duda, no se trataba de la pareja más mona y elegante para tan esperado acontecimiento. Sin cartel de presentación, ni jugadores de renombre en sus filas, el Trabzonspor es fiel reflejo del fútbol turco de siempre: rudo, correoso y sin demasiado talento, que ha mejorado en los últimos tiempos. Sin ser unos malabaristas, los jugadores del Trabzonspor tampoco resultan tontos. Utilizan sus armas lo mejor que saben: apretados en defensa, presión en la medular y rápida salida a la contra. Y con algún que otro detalle de su capitán Fatih. Como manda el método de un equipo menor en cancha ajena. Incluso estando un peldaño más abajo que el Villarreal, resultó un rival áspero e indigesto.
Como que había que coger carrerilla para pasar la cuesta de Turquía sin sobresaltos, Benito Floro no se anduvo con remilgos a la hora de confeccionar el equipo. Todo el arsenal ofensivo, a la cancha. Belletti pasó al lateral derecho, con mucho prado para recorrer, como a él le gusta. Delante del brasileño se ubicó José Mari que no acaba de convencer en punta. El trabajo ofensivo recayó sobre todo en Víctor y Anderson. Picardía y gol en la delantera. Y con Riquelme intentando repartir bola a diestro y siniestro, adelante y atrás. Pero con fortuna dispar, como el juego intermitente del Villarreal, sin continuidad, sin apenas profundidad, y que deberá resolver en la vuelta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de septiembre de 2003