En Eurostat siguió habiendo cuentas ocultas al menos hasta el año pasado y ahora resulta muy difícil, si no imposible, conocer el destino de buena parte de los fondos manejados. Es ésa una conclusión derivada de los tres explosivos informes depositados anoche en el Parlamento Europeo sobre la oficina estadística europea, donde se creó una maraña empresarial de intereses públicos y privados que desvió decenas de miles de millones de euros de fondos comunitarios. El presidente del Ejecutivo, Romano Prodi, dirá hoy a los líderes parlamentarios si piensa exigir responsabilidades al comisario Pedro Solbes y a otros.
Algunas de las irregularidades más graves se produjeron en los Datashops, tiendas de venta de datos de Eurostat establecidas en colaboración con los institutos nacionales de estadística en Bruselas, Luxemburgo y Madrid y explotadas por la sociedad francesa Planistat. Entre el 50% y el 55% de la cifra de negocios de esas tiendas iban a parar a cuentas ocultas, señala otro informe de la Oficina de Lucha contra el Fraude (OLAF) entregado ayer a Parlamento, en el que se asegura que sólo entre 1999 y 2000 se ha comprobado un agujero de 800.000 euros.
En Madrid, según una auditoría igualmente depositada ayer en la Cámara, "la gestión de las reservas financieras creadas en o antes de 1999 continuó" y "sólo se regularizó la situación en 2002". De hecho, añade, el tinglado financiero en Eurostat sólo se corrigió realmente el pasado enero.
La red de Datashops, que tenía 16 puntos de venta en todo el mundo, la creó en 1996 Yves Franchet, ex director general de Eurostat destituido en julio, sin ningún control ni consulta con la Comisión Europea. Franchet también creó y presidió Eurocost, que recibía subvenciones de Eurostat entre 1989 y 1999 y a la vez contrataba servicios con la oficina estadística. La OLAF describe una irregularidad de un millón de euros en Eurocost, señala que la empresa falsificó sus cuentas y recuerda que se cerró en 2000 con perjuicios económicos para la Comisión. Eurogramme, otra firma del entramado, facilitó información financiera falsa entre 1995 y 1997. Planistat Europe, que explotaba los Datashops, está siendo investigada por los jueces de París, mientras CESD-Communautaire ha causado un perjuicio a las arcas comunitarias de más de tres millones de euros, según la OLAF, que habla de "existencia de conflicto de intereses" y "sospecha de financiaciones múltiples".
Un tercer informe de un grupo de expertos de la Comisión pone de relieve que, aunque hasta la pasada primavera el Ejecutivo comunitario no admitió que había irregularidades en Eurostat, entre 1996 y 2003 ha habido 14 auditorías internas de la oficina y 13 análisis. Sí reconoce que al menos en 1999 la dirección de Eurostat difundió tres manuales para mejorar y normalizar la gestión, pero que las autoridades comunitarias no controlaron el proceso y que siguió habiendo muchas lagunas en los años posteriores. "Hay motivos de preocupación después de 1999", aunque los sistemas de control mejoraron sensiblemente.
Subcontratas
Licitaciones sin control, "relaciones indirectas" entre al menos tres de las sociedades más contratadas por Eurostat, subcontratas que aún hay que investigar, el "inaceptable carácter de ciertas prácticas"... son algunas de las múltiples anomalías citadas en los informes, que añaden un oscuro episodio ocurrido el pasado julio en el departamento de Solbes, a donde llegó "un incompleto informe de la situación". De la versión final del informe, dice la auditoría, desapareció un apartado relativo "al uso de de reserva". "Las razones de la omisión de esas informaciones capitales permanecen oscuras", dicen los investigadores.
Con datos como los citados, parece difícil que algunos comisarios puedan eludir la dimisión. Pero la clave, como se insiste una y otra vez en los informes entregados ayer, es que todas esas irregularidades nacieron antes del año 2000, el primer ejercicio del que la actual Comisión debe responder en su integridad porque inició su mandato en el otoño de 1999.
La gran incógnita residía anoche en saber si Prodi exigirá hoy responsabilidades a algún comisario. Pesará además sobre él el hecho de que, si pide la dimisión de alguno, como puede ser los líderes parlamentarios solicitarán entonces las de otros comisarios, como el británico Neil Kinnock (Personal) y la alemana Michaele Schreyer (Presupuestos), o incluso la del propio Prodi. Cualquiera de esas opciones, opinan en el Parlamento y en la Comisión, causaría la caída en bloque de todo el Ejecutivo comunitario, como ya ocurrió en 1999 con el anterior equipo.
Escándalo tapado
"Hoy no llegará la sangre al río", coincidían anoche en afirmar dos líderes políticos que hoy asistirán a la comparecencia que, a puerta cerrada, protagonizará Prodi en Estrasburgo. Pero, en el mejor de los casos, será el primer paso de una larga cadena de debates, investigaciones y polémicas, porque la Comisión de Control Presupuestario todavía debe analizar de aquí a abril cómo ha manejado la Comisión sus cuentas en los años pasados.
El problema se centra, por tanto, en quién pudo saber la existencia de tales irregularidades cuando la Comisión no las hizo públicas hasta julio pasado. En uno de los documentos hay un apartado que perjudica a Solbes, porque se indica que, en 2002, en una comunicación enviada por la dirección de Eurostat a los servicios del comisario español, ya se indicaba, al parecer en un solo párrafo, que en la oficina estadística seguía habiendo graves irregularidades financieras que habían nacido en los años noventa. Las fuentes informantes precisan que esa comunicación la leyó un funcionario alemán del equipo de Solbes, pero que no la transmitió al comisario.
Pero también con respecto al conocimiento de los hechos, los abogados de Yves Franchet, el ex director general de Eurostat destituido en julio, han dicho a los investigadores que, hasta 2001, remitieron las auditorías anuales en las que se describían las anomalías al departamento de la comisaria de Presupuestos, Michaele Schreyer.
Pero, además, en los informes de los investigadores se indica que la reforma administrativa puesta en marcha por la actual Comisión ha dado sus frutos y que se han mejorado notablemente los controles financieros para evitar irregularidades como la de Eurostat. Y que, además, la Comisión reaccionó con contundencia en cuanto conoció los hechos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de septiembre de 2003