Algo más de tres meses es un plazo corto para un nuevo gobierno, incluso si es continuidad de otro del mismo partido. Las principales tareas del Consell que preside Francisco Camps, tras el proceso de adaptación y puesta en marcha, han consistido en mostrar un nuevo talante, diferenciado del que mostraron los anteriores equipos de Eduardo Zaplana, y en arrancar las promesas del programa electoral.
En las formas, Camps ha mostrado su voluntad de dinamizar las Cortes Valencianas introduciendo las sesiones semanales de control a las que se somete por parte de los grupos parlamentarios. También ha mostrado su predisposición a agilizar la vida parlamentaria modificando el reglamento, aunque estas medidas no se podrán concretar, probablemente, hasta después de las generales. El presidente también ha querido revalorizar el papel del valenciano, utilizándolo habitualmente en sus comparecencias ante los medios de comunicación, y poner de relieve elementos de valencianidad -como la jura de su cargo sobre un volumen de Els Furs-. Una intención que llevada al exceso en alguna ocasión ha convertido el gesto político en caricatura.
El nuevo talante también se ha hecho patente en las relaciones con las universidades valencianas -alejadas de la crispación de años anteriores- que han permitido normalizar la comunicación entre el Consell y los rectores. Las organizaciones empresariales también han constatado cómo se han modificado sus relaciones con el Gobierno valenciano, ahora ajeno a sus cuitas internas y más preocupado por acordar las líneas maestras de desarrollo económico que por atender reivindicaciones particulares.
En este nuevo clima político, los distintos consejeros han tomado el programa electoral con el que se presentó Camps como libro de cabecera. En estos 100 días, la mayoría de departamentos se han limitado a arrancar los trabajos necesarios para hacer realidad las promesas electorales, anunciando proyectos y presentando informes previos que hasta ahora se han traducido en muy pocas actuaciones concretas -el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana puede estar días sin publicar ninguna decisión del Consell-.
Aún así, el Ejecutivo que dirige Francisco Camps ha demostrado agilidad a la hora de atender las cuestiones urgentes, como los recientes incendios de Chiva, Buñol y Benissa; responder a la inquietud generada por los pequeños seísmos registrados en Valencia y decretar la prealerta ante el riesgo de lluvias torrenciales. Una agilidad que también ha servido al Consell para esquivar las críticas por el complicado y accidentado inicio del curso escolar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de septiembre de 2003