Hasta ayer noche, el Deportivo sólo había encajado un gol en cuatro partidos. En Pamplona le cayeron tres en sólo cuatro minutos por una disparatada sucesión de errores. Cuatro minutos interminables que destrozaron la recuperada seguridad defensiva de los blanquiazules. "Todo se nos ha escapado en ocho minutos de desbarajuste", dijo Mauro Silva, agregando cuatro minutos más a la agonía. "Es difícil que en ocho minutos ocurran tantas cosas desfavorables", agregó Héctor, que también imaginó el doble de suplicio. "Nos desconcentramos en ocho minutos", insistió el técnico, Javier Irureta. Pero no fueron ocho minutos, fueron cuatro, en los que el Deportivo tuvo tiempo a cometer un penalti innecesario, a regalar un gol por un estrepitoso fallo de su portero y a meterse un gol en propia puerta.
"Estábamos bien situados en el partido, controlábamos, incluso llegábamos bastante y de repente ...", se lamentó Mauro, el capitán. "La clave fue el penalti, a partir de ahí, todo se torció", añadía Luque. "Luego, a Molina se le escapó un balón que no se le escapa nunca, y a Héctor le tropezó un rechace en la cabeza que se convirtió en un gol en propia puerta". Pero Luque, autor de un gol, se resistió a considerar que este recital de anormalidades fuese producto de los fallos de su equipo. En su busca de una justificación casi se refugió en los fenómenos paranormales. "No son errores son... Son cosas que no tienen explicación".
¿Y Héctor, el de la noche negra, el autor de un penalti innecesario y de un gol propia puerta?. "Me precipité en la jugada del penalti", confesó; "creo que no le he llegado a tocar, pero es verdad que me precipité y no voy a discutir ahora la decisión del árbitro. Luego, en el gol en propia meta, no he hecho nada, simplemente pasaba por allí y me tropezó la pelota".
Héctor no hizo el menor esfuerzo por quitarle hierro a su mala noche. "Pocas cosas peores le pueden tocar a un defensa en un mismo partido. La verdad, hubiese sido mejor no levantarse de cama", suspiró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de septiembre de 2003