Empieza una nueva temporada de la Orquesta Nacional de España y lo hace con dos Conciertos para todos, denominación que no parece adecuada, pues insinúa la existencia de un público elitista. Se trata más bien de convocatorias familiares, como evidencia la numerosa representación juvenil, incluso infantil, que se comportó, además, de manera excelente. El programa, dirigido por Enrique García Asensio, atendía dos partituras de repertorio: el Concierto en do menor de Beethoven (1800) y la Sinfonía, también en do menor nº 2, de Chaikovski, que es de 1872. No insistiremos en las características de la denominada pequeña Rusia, que sin duda es la mejor sinfonía de la primera tríada chaikovskiana y en la que el compositor se sirve de material tradicional, sobre todo en el movimiento final, tan brillante, pero también en el movimiento inicial con un tema ucranio. La segura batuta de García Asensio nos deparó una versión que conectó con la audiencia sin necesidad de mayores tentaciones expresivas y que le valió largas ovaciones.
Ciclo Música para todos, de la ONE
Director: E. García Asensio. Pianista: J. Perianes. Auditorio Nacional, Madrid, 26 septiembre.
En el Concierto nº 3 de Beethoven actuó como solista uno de los más prometedores pianistas de la joven generación, Javier Perianes, repetidamente galardonado. Posee Perianes una naturaleza musical de refinada sensibilidad que tanto se acusa en las calidades sonoras cuanto en un virtuosismo fácil y de alto vuelo, datos todos puestos al servicio de una musicalidad "pura y honda" como, según Pérez de Ayala, es siempre el arte auténtico. Si en toda la obra recibimos el impacto de una dicción, una contabilidad o una ligereza magistral, en el movimiento central-largo la intensidad del pensamiento beethoveniano alcanzó niveles conmovedores, mientras la construcción del allegro con brío, rica en sustancia, nítida y muy diversa en lo dinámico y lo agónico, imaginativa y serena, nos llegó con razonada pasión para terminar en un rondó puro estado de gracia. El triunfo de Perianes fue definitivo y, tras muchas salidas, en unión del maestro García Asensio -flexible e identificado con el solista- y la ONE, ceñida y rápida en las respuestas.
Se hizo necesaria una propina y Javier Perianes nos regaló un ländler schubertiano de todo punto admirable. Por su parte, al final de la tarde, García Asensio concedió a la entregada admiración del público un par de páginas fuera de programa. Resumen: una tarde feliz y una nueva constatación del talento fresco y vivo de un pianista llamado a mayores empresas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de septiembre de 2003