Soy de Guadalajara y me molesta enormemente la publicidad engañosa que se está haciendo con motivo de las nuevas vías de comunicación con Madrid, vendiendo mi ciudad como "calidad de vida". La inexistencia y deficiencias de infraestructura y medios de comunicación no se corresponden con este eslogan.
Guadalajara en pocos años ha crecido urbanística y demográficamente, pasando de ser un pueblo a una ciudad dormitorio más del Corredor del Henares. La nueva autopista de peaje R2 tiene su acceso en la calle más concurrida de tráfico de camiones de un polígono industrial que tiene los mismo baches desde hace 13 años. La estación del AVE está situada en pleno campo abierto a 10 kilómetros de la ciudad, unida con la misma por la carretera N320 de los Pantanos, con grandes retenciones de tráfico los fines de semana, sin mencionar que aún no se han habilitado líneas de autobuses ni de taxis con la ciudad. La estación de cercanías de Renfe, situada a las afueras de la ciudad, está comunicada con el casco urbano a través de líneas de autobuses, no habiendo autobús que llegue a la estación de Renfe para poder coger el primer tren para Madrid que sale a las 5.06, ni para el último tren que llega de Madrid a las 0.43. De modo que, si para esas dos conexiones con el tren de cercanías no hay taxis disponibles, hay que ir andando desde la estación a la ciudad por descampados y zonas deshabitadas, tardando a pie una media de 45 minutos. Por último, los atascos de tráfico en el centro urbano son constantes por ser calles estrechas de una dirección o peatonales.
No obstante, el precio del metro cuadrado de la vivienda es mayor que en Alcalá de Henares. Ésta es la calidad de vida que se vende de mi ciudad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de septiembre de 2003