Vestidos de blanco, en silencio y sin pancartas, unos 10.000 portugueses recorrieron ayer el centro de Lisboa, Oporto y otras dos ciudades en solidaridad con los niños víctimas de abuso sexual y para exigir cambios importantes en el código penal. Es la primera vez que la sociedad civil portuguesa se moviliza contra la pederastia, meses después de saber que una red organizada abusó sexualmente los últimos 30 años de los niños de Casa Pia, una institución benéfica de Lisboa, con conocimiento de los directores de los colegios, de la policía y de varios políticos.
La manifestación pidió que estos crímenes sólo prescriban cuando la victima sea mayor de edad, que cualquier persona pueda denunciar el delito (no sólo los padres que son, muchas veces, los propios abusadores), y que se endurezcan las penas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de septiembre de 2003