Óscar Rodríguez en su debut realizó dos trasteos diferentes: uno bueno y otro malo. El bueno fue a su segundo, un burel áspero al que lidió con valor en terrenos comprometidos. Sin importarle la catadura del novillo, lo toreó con enjundia y con gusto. Y el trasteo malo fue a su noble primero, que era un cromo. El tapatío nunca le encontró la distancia y lo desaprovechó, aunque en la suerte suprema se volcó sobre el morrillo y dejó un estoconazo.
Raúl Rocha, El Duende, tiene técnica y conoce el secreto del temple, pero actúa con frialdad y sin arrimarse. El regiomontano a su suelto primero y a su aplomado segundo los muleteó brevemente y sin mayor entusiasmo. Aldo Orozco es un novillero académico pero anduvo dubitativo. A su primero lo veroniqueó con el compás abierto y desmayando los brazos. Pero por dejar crudo al picoso ejemplar se desconcertó en su muleteo. A su segundo, pujante y con nervio, le realizó un trasteo sin unidad.
Guadalupana / Orozco, Rocha, Rodríguez
Novillos de La Guadalupana: serios, salvo 2º; 1º, 2º y 3º encastados, resto con genio. Aldo Orozco: pitos en los dos. El Duende: palmas y silencio. Óscar Rodríguez: palmas y al tercio. Monumental plaza. México, 28 de septiembre, 5ª novillada, mala entrada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de septiembre de 2003