Hace unos días quise usar los aseos del aeropuerto y no pude hacerlo por las ganas de vomitar que me entraron. Estaban muy sucios, encharcados y apestosos.
Se trataba de los lavabos de la parrilla de taxis, mientras que los servicios de las terminales están siempre limpios, con personal de mantenimiento en la puerta.
Es injusto que se discrimine a estos profesionales, que tienen el mismo derecho que los pasajeros a asearse en unas instalaciones limpias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de octubre de 2003