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LA POSGUERRA DE IRAK

Una multitud asalta una comisaría de Bagdad en protesta por la corrupción policial

Los manifestantes, que incendiaron el edificio, clamaban contra las estafas de la policía

Centenares de personas asaltaron e incendiaron ayer una comisaría de policía en pleno centro de Bagdad, apenas a 500 metros del lugar donde la Administración estadounidense en Irak aloja a parte de su personal de alto rango entre grandes medidas de seguridad. Querían mostrar su ira por considerarse víctimas de una estafa realizada por los mismos oficiales de policía iraquí, a los que cada vez más vecinos de la ciudad acusan de corrupción, incompetencia e indolencia ante los numerosos delitos que a diario se cometen en la capital iraquí.

Desde las nueve de la mañana, hora local (siete de la mañana, hora peninsular española), unas 300 personas estaban congregadas ante las oficinas que la policía iraquí tiene en la avenida Sadun. Llevaban varios días acudiendo allí en busca de un puesto de trabajo en las nuevas fuerzas del orden. "Todos los días, los policías dicen lo mismo: 'Vuelve mañana', 'mañana tal vez haya algo', y eso termina agotando a cualquiera", explicaba Zatar al Aouin, quien hace días desistió de guardar interminables colas.

A las diez de la mañana se produjo la chispa que hizo estallar la pólvora. Algunos oficiales de policía exigían el pago de 75 dólares a todos aquellos que quisieran tener la oportunidad de entrar en el cuerpo. Todos los aspirantes ya habían tenido que pagar otro soborno sólo para que sus solicitudes fueran aceptadas y no terminaran directamente en la papelera. La rabia cundió entre los aspirantes, que ya se manifestaban abiertamente gritando "corruptos y ladrones" a los policías. Varios manifestantes volcaron el coche de una funcionaria que trabajaba en el interior de la oficina y le prendieron fuego. Después entraron en el edificio pintado de blanco y azul de dos plantas e incendiaron un vehículo aparcado en un pequeño patio.

De inmediato, los policías iraquíes empezaron a disparar, primero al aire y luego directamente contra la multitud. Los gritos y las carreras se confundían entre el denso humo provocado por el incendio de la comisaría y el caos de circulación en el que se sumió el centro de la ciudad al quedar paralizada una de sus principales arterias.

En las callejuelas adyacentes, coches de policía iraquíes trataban de abrirse paso desesperadamente a través de un tráfico colapsado. Algunos policías, pistola en mano y con el dedo en el gatillo, apuntaban a los conductores y les ordenaban que se apartasen, mientras desde la avenida continuaban escuchándose las ráfagas procedentes de los kaláshnikov que utiliza la nueva policía iraquí.

La multitud se dispersó, pero algunos pequeños grupos no se arredraron ante los disparos y se encararon con los oficiales de policía. "¡Sois peores que Sadam!", gritaban algunos. Nerviosos, los policías engatillaban sus armas apuntando directamente a estas personas. A alguno de ellos se le cayó el kaláshnikov al suelo cuando se lo cambiaba de mano a causa del cansancio. A las 10.45 lograba llegar un camión de bomberos y a las 11.30, hora y media después de comenzar el tiroteo, aparecían tres vehículos acorazados del Ejército de Estados Unidos cuyos soldados procedieron a acordonar la zona.

"Son los saqueadores los que han hecho esto", trataban de convencer algunos policías a los periodistas. "Éstos si que son los Alí Babá", opinaba un hombre señalando a los uniformados. Mientras, un coche patrulla evacuaba a un civil herido por disparos. Un jefe policial negó tajantemente las acusaciones de corrupción y aseguró que sus agentes habían tenido "demasiada paciencia", ya que contestaron sólo cuando los manifestantes habían irrumpido en el edificio. Sobre el motivo de la protesta se limitó a decir: "Irak es una democracia y pueden manifestarse".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de octubre de 2003