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COLUMNA

Ser pueblo

Lo ha dicho el conseller de Cultura, González Pons: "O tenemos el valenciano como seña de identidad viva o no seremos un pueblo". Eso está bien. Vamos recuperando el viejo lenguaje proscrito. "Sentir-se poble entre els demés pobles" (J. Fuster). "Qui perd els origens per la identitat" (Raimon). Esperemos que el nuevo Consell presidido por Camps siga por ese camino. De momento, Pons ha declarado que el Consell da prioridad al uso del valenciano en la Administración para "ser ejemplo", y que se organizarán unos cursos de lengua para altos cargos en los que él mismo se matriculará "para mejorar su valenciano y dar ejemplo". He aquí algo que al señor de Cartagena, ex presidente de la Generalitat -¿se acuerdan?- ni se le pasó por la cabeza. ¿Para qué? Con su acento panocho le bastaba y sobraba para alcanzar su objetivo político: dar el salto a Madrid. Y allí le tenemos con su pisito y todo. ¡Por muchos años, que tenga suerte y se olvide de nosotros! Como se ha olvidado del AVE Madrid-Valencia, cuya inauguración nos anunció para el 2004. Y ahora resulta que, entre las inversiones que tiene previstas el gobierno del que él forma parte, como ministro y portavoz, para los distintos proyectos de trenes AVE, el nuestro figura en sexto lugar. ¿Y este señor es el que nos hablaba de la influencia del "poder valenciano" en Madrid? Pues en Madrid se encuentra, y formando parte del Gobierno. Y por si fuera poco, la UE acaba de anunciar que el País Valenciano queda excluido de las prioridades europeas de alta velocidad. Pero volvamos al principio. Pons nos ha dicho que si queremos "ser un pueblo", hemos de tener el valenciano "como seña de identidad viva". El valenciano... y otras cosas más, imagino. Pero por algo se empieza. Esperemos que nuestra derecha valenciana inicie el camino de la recuperación del tiempo perdido. Tampoco uno pediría demasiado. Hay que ser conscientes de las hipotecas con que está gravada la herencia recibida por este Consell. Bastaría, para empezar, que afrontase los problemas con racionalidad. ¡Hace tanto tiempo que se echa en falta, por estos pagos, dosis mínimas de racionalidad en la política! Y a ver si vamos siendo un pueblo.

fburguera@inves.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de octubre de 2003