Cuando Joaquín Estefanía dirigió EL PAÍS entre 1987 y 1993 no existía ni Internet (que él escribe en minúscula porque "es un nombre común") ni los teléfonos móviles. Tampoco, por tanto, existía el fenómeno de la brecha digital que ayer el periodista definió como "un factor de desigualdad social que surge a medida que se desarrollan el uso de los ordenadores y de intenet". El director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid/EL PAÍS asegura que este fenómeno "separa cada vez más a ricos y pobres" y para corregir esta discriminación tenemos "unos gobiernos diseñados para la era industrial", con pocas herramientas para resolver estos conflictos. Esta fue una de las reflexiones que expuso ayer en una conferencia dentro de las jornadas sobre el documento de la segunda modernización, en la que reivindicó "la definición de ciudadanía" y demandó una democracia renovada, porque de lo contrario iremos "cada vez más a sistemas de retórica democrática y no de democracia auténtica".
Para Estefanía, las desigualdades actuales no son sólo de índole económica, sino también científicas, tecnológicas o de género y provocan en los ciudadanos una "desilusión creciente respecto a las instituciones democráticas, porque no encuentran solución a sus problemas reales". El ex director de EL PAÍS aseguró que "en parte" la gente vota menos por esa causa, por lo que opinó que los gobernantes deben incluir estas realidades en su agenda política.
"El revivir de la política" es también su receta para evitar la división de los ciudadanos en tres clases: "los desinformados" que sólo se nutren de las imágenes; los "sobreinformados" que no codifican la avalancha de datos; y los "simplemente informados" que "seleccionan, ordenan y pagan" la información. El periodista advirtió de la debilidad de los Estados frente a una economía mundial exenta de regulación. "El Estado-nación es sutituido por el Estado-red en que los ciudadanos crean sus propias relaciones de poder, su propia soberanía".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de octubre de 2003