Una oleada de rutilantes y prometedores fichajes, un nuevo entrenador con su idea bajo el brazo, un proyecto definitivo para aliviar las eternas aflicciones del Atlético ... y todo se va al garete al mes y medio de empezar la Liga. Una historia demasiado vieja que se repite en el Manzanares como una pesadilla recurrente. Carlos Aguilera, unos de los capitanes del equipo, la ha vivido muchas veces. Una experiencia que le permitió presagiar al final del choque: "Es posible que ahora empiecen los fantasmas. Se cuestionará a los jugadores, al entrenador ... Se puede pedir tranquilidad, pero igual los de arriba piensan otra cosa".
De los de arriba, los dirigentes, no se supo nada tras el partido de Riazor. El técnico, Gregorio Manzano, aseguró que no había hablado con el presidente, Enrique Cerezo, ni siquiera con el director deportivo, Toni Muñoz, quien viajó a A Coruña "para dar ánimos y esas cosas", según el entrenador.
Y mientras los de arriba no ofrezcan síntomas de nerviosismo, Manzano no pierde la calma. Apareció por la sala de prensa entero y hasta sonriente, actitud que ni siquiera abandonó cuando llegó la pregunta inevitable. ¿Le preocupa su continuidad?. "Me preocupa levantar esto. Del resto no me preocupa nada", respondió, antes de anunciar: "A partir de ahora tenemos que aislar las preguntas que nos pueden herir. No va a venir nada de fuera que nos haga más daño".
Los lamentos de Manzano
Manzano no hizo la menor autocrítica. Hasta llegó a asegurar, "con la boca llena y el corazón grande", que estaba satisfecho porque su equipo "se dejó la piel en el campo". Destacó la "digna" primera parte, y lo ocurrido en la segunda le sirvió para sacar conclusiones sobre la situación del equipo: "En ese periodo tuvimos tantas ocasiones como el Deportivo. Ellos las aprovecharon y nosotros no. Esa es la diferencia entre un equipo en estado de gracia y otro en estado de desgracia". Porque, según Manzano, los problemas del Atlético tienen más que ver con el infortunio que con cuestiones estrictamente futbolísticas. "A este equipo le están viniendo mal dadas. Nunca nos vienen de cara", se lamentó.
De las palabras de Manzano -"el equipo en el descanso estaba cabreado y el segundo gol parecía una losa"- se deduce que en el Atlético está tomando cuerpo ese estado de ansiedad tan conocido de otros años. Aguilera dejó la misma sensación al afirmar: "Venimos aquí con la presión de ganar o ganar. Y aunque hemos recibido demasiado castigo para como fue el partido, también es cierto que en la segunda parte nos venimos abajo".
Para los que empiezan a inquietarse, el portero Burgos dejó un mensaje: "Tenemos once jugadores nuevos. Y un equipo grande no se hace de la noche a la mañana".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de octubre de 2003