Ajmád Kadírov, ex dignatario islámico e independentista arrepentido, se legitimará como máxima autoridad política de Chechenia, si las elecciones presidenciales que se celebran hoy en la república caucásica salen como planea el Kremlin. Kadírov, de 52 años, estudió el Corán en Bujará (Uzbekistán) y Jordania, exhortó a la guerra santa contra los rusos en la primera guerra chechena (1994-1996) y se alineó con Moscú en 1999, en vísperas de la segunda.
Diversas organizaciones de derechos humanos, incluidas las que están en el Consejo de Derechos Humanos del presidente de Rusia, han denunciado como "farsa" estas elecciones que son parte de la estrategia del Kremlin para marginar a los radicales chechenos. En un censo de 540.000 personas hay 30.000 de los 80.000 soldados destinados en Chechenia.
Las condiciones de seguridad son precarias. El miércoles el alcalde de Shalí, Musa Dakáiev, y su hijo murieron tras ser cosidos a balazos en plena calle por unos enmascarados. También esta semana tres miembros del servicio de seguridad del Gobierno checheno perecieron en una emboscada y pasaron a engrosar la estadística oficial de 111 policías muertos desde principios de año en Chechenia. Ante la profusión de atentados suicidas realizados con camiones, las autoridades locales han prohibido el uso de vehículos pesados hasta el lunes.
Kadírov, que dirige la Administración provisional de Chechenia desde junio de 2000, se ha afianzado gracias a las estructuras armadas que se le subordinan: una guardia personal dirigida por su propio hijo y un nuevo servicio de policía que ofrece una alternativa para parte de la guerrilla. Sin embargo, los hombres de Kadírov son también una nueva fuente de tensión para los civiles, que les temen más que a los soldados rusos, según denunciaban miembros del Grupo de Helsinki de Moscú.
Juséin Biubulátov, un ex vicejefe de Gobierno de Rusia, de 64 años, es el más destacado de los seis candidatos con los que Kadírov se enfrenta después de que el Kremlin forzara la retirada de los dos más peligrosos para su favorito: el empresario Malik Saiduláiev y el diputado Aslambek Aslajánov tenían respectivamente el apoyo de un 20% y un 17% de los votantes mientras Kadírov sólo podía contar con un 12%, según sondeos del pasado verano. Aslajánov consintió en retirarse, a cambio de convertirse en asesor del presidente Putin y Saiduláiev, que se negó, fue eliminado con un pretexto formal. Saiduláiev ha acusado a las formaciones armadas de Kadírov de intimidar a sus colaboradores, e incluso de rapto y asesinato.
A mediados de septiembre, el vicesecretario de Estado norteamericano, Steven Pifer, expresó la preocupación de Washington con las elecciones en Chechenia y se refirió a Kadírov como "una de las figuras más impopulares" de la república. Putin sorprendió a los norteamericanos respondiéndoles que Kadírov iba a acompañarle en su visita a EE UU. Pulcramente vestido, Kadírov, que tiene aspecto de boxeador, se empleó a fondo la semana pasada en los pasillos de la ONU en Nueva York para presentarse como una pieza en el engranaje de la lucha internacional contra el terrorismo. Y dijo a los norteamericanos que los combatientes independentistas de Chechenia de ayer podrían estar hoy luchando contra ellos en Irak.
El 23 de marzo pasado, el Kremlin organizó un referéndum en Chechenia, en el que oficialmente una inmensa mayoría votó por una Constitución que consolida la república como parte de Rusia y por un proceso político en el que se enmarcan las elecciones de hoy. Según diversas estimaciones, en Chechenia operan entre 1.000 y 2.000 guerrilleros capaces de organizar escaramuzas aisladas, pero no de controlar de forma permanente un territorio. El balance de la guerra son miles de muertos y decenas de miles de refugiados que, pese a las presiones para que regresen, siguen resistiéndose a volver.
"Yo soy el presidente democráticamente electo de Chechenia y mi principal obligación es defender la soberanía de nuestra nación", ha dicho el líder rebelde Aslan Masjádov desde algún lugar no identificado, según el periódico Novaia Gazeta. Masjádov fue elegido en 1997 en unos comicios seguidos por observadores internacionales y reconocidos por el Kremlin hasta que en 1999 Moscú inició la segunda guerra chechena tras la incursión de bandas armadas en la vecina república de Daguestán.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de octubre de 2003