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Análisis:Zapping

El aria de Aída

Volvió La noche con Fuentes... y Cía con su amable simpatía y un sentido creativo de las promociones. Como plato fuerte invitaron a Alejandro Sanz, que habló de política, de música y de sus inicios, y que nos ahorró el habitual sermón sobre piratería discográfica.

'Bonus track'

Sanz incluye un dispositivo de seguridad en su último CD que ríanse ustedes del equipo Actimel. Los que lo compramos en tiendas legales, sin embargo, nos hemos llevado alguna sorpresa. A pesar de que el cantante no esté en venta, el CD que me compré se oye de pena, salta y parece grabado durante un terremoto. Estuve a punto de escribir un alegato de ficción irónica y resentida, como el cuento Yo maté a Joaquín Sabina, de Florián Recio, pero dedicado a Sanz. Mi sobrino, en cambio, ha tenido más suerte. También se lo compró por la vía legal, pero cuando lo pone en su lector escucha un contundente silencio. Dos preguntas a la industria discográfica. ¿Así piensan combatir la piratería? y ¿tienen algo contra mi familia?

Aída

Luna negra, nuevo culebrón de TVE, recicla como actor a un concursante de Gran Hermano, Javier Estrada. Ahora que Aída está siendo linchada por los que la ven como a una competidora, ya que cambiaría la mediocridad estridente por la megalomanía mesiánica, convendría darle un programa ya. Tiene una fotogenia almodovariana y una gran facilidad para el melodrama. Y es fuerte, por eso ha soportado insultos sin perder su exasperante capacidad para la grandilocuencia. Cuando insinuó que sólo Dios sabía que no había venido a GH únicamente a concursar, parecía esconder algún motivo épico. Y así era: tras su expulsión, se merendó a Mercedes Milá, mirando a cámara, rehuyendo respuestas con la habilidad de un político, llorando lo justo y practicando una intimidadora verborrea de predicador. Es lo malo de los castings: eliges a alguien para que te de juego, y va, te lo da, y empieza a hablar de sí mismo en tercera persona, como hacía Hugo Sánchez.

Química

En Día a día, María Teresa Campos y Alessandro Lecquio tuvieron un animado debate (en Como la vida, mientras tanto, salía un tal Mario Vicente Gallego afirmando, sin pestañear, que Encarna Sánchez era químicamente mala). Lecquio y Campos sostuvieron que quien no sabe bailar tampoco sabe follar. Ojo: lo dice un especialista. La teoría me sirvió para comprender el tono general de mi biografía sexual, de la que no les hablaré porque EL PAÍS ya publica bastantes noticias tristes para que, además, eche yo más leña al fuego. Otro fuego, de llamas más benévolas: la sensualidad de la chanson francesa recupera terreno. Un anuncio de medias, otro de puré y un tercero de café soluble envuelven sus imágenes con sugerentes canciones francesas. Ahora sólo falta que empecemos a fijarnos en Portugal y habremos dado un paso adelante hacia la normalización cultural peninsular.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de octubre de 2003