Un árbol cayó sobre un tendido eléctrico en Suiza y, sorpresa, dejó sin luz a casi toda Italia. Contado así, parece una broma. Sin embargo, refleja la extrema vulnerabilidad de un sistema de distribución eléctrico y reabre el debate de un problema que no sólo es italiano. Paradójicamente, los países ricos están siendo los más afectados por la falta de inversiones en generación de electricidad para responder a la creciente demanda y en el mantenimiento del sistema de distribución.
En España hay cables de media y baja tensión que superan los 50 años de antigüedad
Bruselas ya avisó hace dos años de las deficiencias del sistema eléctrico italiano
MÁS INFORMACIÓN
El caso de Italia ha sido el más grave registrado en Europa hasta el momento, pero el último de una larga lista en la que están casi todos los países europeos. En los últimos meses se registraron sonados cortes de luz, como el de Londres en hora punta o el de Baleares. Hace apenas una semana, Suecia y Dinamarca también experimentaron problemas en el suministro. Sin embargo, el apagón italiano se lleva la palma, y es hasta ahora el único comparable al que a mediados de agosto dejó a oscuras diversas ciudades de la costa este de EE UU como Nueva York, Cleveland y Detroit, y en las urbes canadienses de Ottawa y Toronto.
En Italia hay dos problemas: uno es la fuerte dependencia del país de la importación de electricidad (el 17% del total), especialmente de Francia y Suiza; el otro, la deficiencia del sistema de generación y distribución eléctrico italiano se refleja en la factura de los consumidores, que es un 25% más alta que la media de la UE.
Italia no tiene plantas de producción de electricidad mediante la energía nuclear. La catástrofe de Chernóbil de 1986 disuadió en su momento a los italianos para emprender una política que proliferó en otros países de Europa. El apagón también ha dado un impulso a aquellos que defienden el uso de la energía nuclear para aumentar la potencia de cada país.
Paolo Scaroli (1946, Vicenza), economista y consejero delegado de Enel desde mayo de 2002, no se explica qué pudo ocurrir para que Italia, de noche y en día festivo, se quedara a oscuras como antes sucedió en EE UU y en Gran Bretaña (Londres). Tiene claras dos cosas: "Los apagones se pueden repetir en cualquier país del mundo" y "la realidad es que en toda Europa hay que construir nuevas centrales". La amenaza de apagones ha llevado a Enel a reactivar ocho centrales obsoletas y ya dadas de baja con un coste de 25 millones de euros, informa Santiago Carcar.
Hace unos dos años, la comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio, dejó entrever en una cumbre energética celebrada en Pamplona que, si se quería cumplir con el protocolo de Kioto sobre emisión de gases contaminantes, había que comenzar a pensar en relanzar el uso de la energía nuclear. No obstante, esta fuente tampoco ha demostrado ser eficiente en todo momento.
La ola de calor que azotó Europa el verano pasado disminuyó el rendimiento de las centrales nucleares para evitar su sobrecalentamiento. Este tipo de energía, que supone un 33% de la producción eléctrica de la UE, llega al 80% en Francia, que debió adoptar medidas de urgencia para garantizar el suministro, gravemente comprometido (16 de sus 58 reactores funcionaron al ralentí). En Alemania, una planta nuclear fue cerrada y Holanda se puso otra en alerta roja, por primera vez en nueve años, ante el riesgo de apagones.
La Comisión Europea no se sorprendió por lo que sucedió en Italia; ya lo esperaba, y no sólo porque Italia no tiene producción nuclear, sino también por los problemas de su sistema de suministro. Un informe de Bruselas de hace dos años ya advertía de la frágil situación del sistema eléctrico italiano. La Unión de Coordinación y Transmisión de Electricidad (UCTE) añade, además, que las inversiones no sólo se necesitan para la actividad de generación eléctrica, sino también para la de distribución, un problema que, al igual que Italia, sufre España.
En el mercado español la generación eléctrica es más que suficiente, e incluso se exportan kilovatios a Portugal y Marruecos. A medida que entran en funcionamiento nuevas centrales de generación de electricidad con gas (ciclo combinado), España se afianza en su condición de "isla energética", por la reducida capacidad de interconexión con los países vecinos. A pesar de ello, el volumen de importación de electricidad desde Francia se incrementó en un 35% en 2002 respecto al año anterior.
Capacidad instalada
La capacidad instalada en el parque generador del sistema peninsular, a 31 de diciembre de 2002, era de 58.469 megavatios, de los cuales 46.255 correspondían al régimen ordinario (instalaciones obligadas a ofertar en el mercado de producción, excluidas las mayores de 50 megavatios) y el resto al régimen especial (instalaciones abastecidas por fuentes de energía renovables). Desde finales del año pasado, incluso los productores del régimen especial con más de 50 megavatios fueron obligados a participar en el mercado de producción. Por otra parte, la red de transporte de más de 2.700 kilómetros gestionada por Red Eléctrica (REE) está, según los expertos, bien dimensionada.
Pero eso no impide que cada año haya apagones en España que se deben fundamentalmente a deficiencias en las instalaciones y cables de media y baja tensión (algunos con más de cincuenta años de antigüedad) que llevan la electricidad hasta las casas, tiendas y fábricas. Aunque estos problemas no son nuevos, el deterioro es mayor con los años por la falta de inversión en su mantenimiento. REE insiste en que el sistema ha mejorado, y prueba de ello es que en 2002 hubo 25 cortes de mercado en la red de transporte peninsular, tan sólo cuatro menos que los registrados en el año anterior.
Desde diciembre de 2001, fecha en la que se produjo el gran apagón en Cataluña, las deficiencias en el suministro eléctrico fueron agravándose. Entre julio y agosto pasado, los fallos del sistema provocaron grandes cortes de luz en Alicante, Vitoria y Barcelona, y de un apagón general que dejó a Mallorca sin luz durante varias horas. Baleares depende hoy exclusivamente de la producción peninsular, tras la decisión del Gobierno de posponer la construcción de un gasoducto que permita la construcción de una planta eléctrica de ciclo combinado.
A pesar de que los apagones son ya moneda corriente, el secretario de Estado de Energía, José Folgado, declaró tras el apagón italiano que era "altamente improbable" que en España se produzca algo parecido, porque el sistema español "funciona de manera eficiente" tanto en la actividad de transporte como en las de distribución y generación, a pesar del fuerte incremento de la demanda, en especial durante este verano.
El deterioro de la calidad del servicio eléctrico ha abierto una dura pugna entre los Gobiernos, tanto centrales como locales, contra las compañías eléctricas, que en cuanto oyen hablar de apagones reclaman aumentos de tarifa. En España hay abiertos cientos de expedientes contra la empresas en distintas comunidades autónomas, y muy especialmente en Cataluña, Andalucía y Castilla-La Mancha. Los enfrentamientos entre los gobiernos locales, el Gobierno central y las eléctricas, unos contra otros y todos contra todos (y no sólo en España), también han contribuido al retraso en la puesta a punto del sistema de distribución eléctrica que, por lo menos en España, debería producirse para 2006, después de que las empresas hayan invertido los casi 5.000 millones de euros que prometieron en mejorar la red.
Inversiones
La inversión en infraestructura ha sido una lucha a brazo partido entre los Gobiernos y las eléctricas, que siempre se han quejado de que la obsesión de controlar el precio de la electricidad por parte de muchos gobiernos ha ido en detrimento de las inversiones del sector. Las compañías españolas obtuvieron compensaciones por el déficit tarifario, es decir, por la diferencia entre lo que les costaba producir el kilovatio y el precio de venta que, según las eléctricas, es menor por estar regulado.
El pasado jueves, ante la alarma provocada por el apagón en Italia, el presidente del Gobierno, José María Aznar, propuso que el problema se debata en la próxima cumbre europea de Bruselas de los días 16 y 17 de octubre. "Todo el mundo quiere más desarrollo, más crecimiento; todo el mundo quiere más bienestar, tener más recursos; pero nadie quiere tomar decisiones desde el punto de visto eléctrico y energético, y eso es imposible", afirmó.
En opinión de Aznar, instalar una línea eléctrica en Europa es una "lucha infernal", y hablar de energía nuclear es un problema "casi insuperable" en estos momentos. "Así estamos en unas circunstancias en que lo que hoy se ven como incidentes en unos países no es más que la consecuencia de muchos años de no tomar decisiones políticas", esgrimió.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de octubre de 2003