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CARTAS AL DIRECTOR

'La traviata'

Como un estremecimiento califica J. A. Vela del Campo (EL PAÍS 3-10-03) el estreno de la última Traviata en el Teatro Real de Madrid. Y estremecimiento fue también para los ciudadanos -más de mil- que desde la plaza de Oriente presenciamos la emisión simultánea de la ópera este sábado último, en una pantalla de más de 30 metros cuadrados ubicada en la terraza del teatro. Hay que felicitar al Teatro Real por tan inusual iniciativa, es decir, bajar a la calle, y gratia et amore dejarnos recibir la ópera señera de Verdi viendo la escenografía tan Bauhaus y oyendo en directo la eminente interpretación de Annalisa Raspagliosi, grandísima actriz y cantante.

Mi curiosidad un punto desconfiada por asistir a la ópera desde la calle -experiencia inédita para mí- se fue tornando gozo y satisfacción. No dudaba de la excelente función porque conozco la trayectoria última del Real, pero, la verdad, tenía cierto temor a causa de lo que se lee del botellón y sus desmanes. Y sucedió el prodigio: un silencio apabullante. Sentada o de pie, la gente guardó un silencio que se oía, un silencio devoto ante las imágenes de un verismo sobrecogedor en gigantesco primer plano y el buen sonido de la excelente versión musical de López Cobos. La emoción y la alegría subieron de tono cuando todos los intérpretes salieron a saludar a la audiencia callejera desde la terraza del teatro.

Reflexionaba yo con mi hija y dos amigos que a la gente no se la engaña fácilmente y, por ende, su naturaleza de ciudadano responde con calidad y talento cuando se le ofrece calidad y talento. Tal La traviata del Real. Inolvidable espectáculo en la escena y en la calle. Mis felicitaciones a todos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de octubre de 2003