Es vergonzoso e inadmisible que el ministro de Fomento, después de los avatares que está sufriendo el AVE Madrid-Barcelona (lo último, una sima de 15 metros a ocho días de su inauguración), tenga el atrevimiento de decir sobre el trazado del AVE: "Una obra que es el orgullo de la ingeniería española". ¿A qué está jugando este Gobierno? ¿Cabe tanta soberbia en el ministro Cascos para no hacer caso al Colegio de Geólogos de Aragón, que desde hace tiempo viene advirtiendo de la "muy alta peligrosidad" en el trazado de esta línea? ¿Tendremos que esperar a una tragedia para que se escuche a este colectivo? ¿No hay nadie que pueda parar tanta locura o es ya tanto el deseo de pasar a la posteridad a cualquier precio de que todo vale?
Lo que está claro es que los ciudadanos podemos estar asistiendo, impávidos, a la "crónica de una muerte anunciada" sin que nadie con sensatez sea capaz de rectificar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de octubre de 2003