Como si un tornado hubiera pasado por el Arenal en Bilbao, el último tinglado portuario histórico, utilizado como marquesinas de autobuses, ha sido derribado por completo para dejar paso a las obras del futuro aparcamiento subterráneo. Ahora es el momento de las excavadoras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de octubre de 2003