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FÚTBOL | Copa del Rey: primera eliminatoria a partido único

Otro copazo de la Gimnástica

Un colista de Segunda B, que hace dos años ya apeó a dos Primeras, fulmina al Athletic

La Copa, probablemente, sea la única competición capaz de coser lo imposible. Por ejemplo, que el Athletic viva en la comodidad del salón, viviendo una plácida noche ante el vicecolista de Segunda B, que marque al borde del descanso para irse más tranquilo a la bancada intimista y que, sin embargo, por esas cosas que pasan en la Copa del Rey, a los veinte minutos se encuentre con que David le ha dado una trompada a Goliath con un disparo de Javi Delgado,-el futbolista más prometedor de la actual Gimnástica-, desde unos treinta metros sorprendiendo a Lafuente. Y que Javi, en el tiempo de descuento, agarre un zapatazo, supere al portero y deje al Athletic con esa cara de susto de quien no se espera un adversidad tan grande. El Athletic había pedido el adelantamiento del parido para contar con Joseba Etxeberrria, Valverde había contado con casi todos los titulares.

GIMNÁSTICA 2 - ATHLETIC 1

Gimnástica: Guillermo; Alberto (Endika, m. 76), Ateca, Loza, Mara; Uribarri, Javi Delgado; Nando (Geli, m. 86), Mora, Javi; David Sanz.

Athletic: Lafuente; Iraola, Prieto (Orbaiz, m. 28), Karanka, Felipe (Murillo, m. 60); Arriaga (Ezquerro, m. 71), Gurpegui, Tiko, Yeste; Etxeberria y Urzaiz.

Goles: 0-1. M. 41. Pared entre Etxeberria y Tiko que éste culmina con un disparo muy ajustado al poste. 1-1. M. 65. Delgado sorprende a Lafuente con un disparo desde 30 metros. 2-1. M. 92. Balón largo que controla D. Sanz, que lo deja a Javi, quien se revuelve y bate a Lafuente de fuerte disparo.

Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Uribarri, Felipe y Gurpegui.

Unos 3.000 espectadores en El Malecón.

No es que no se esperase una circunstancia similar, sobre todo cuando Mora ya había disparado al poste y la Gimnástica, humilde, avisaba de que se confiaba a lo que tenía que ganar y prescindía de lo que tenía que perder.

El Athletic tuvo su oportunidad en la primera mitad. Ahí dominó el encuentro, le puso su pausa, lo manejó a su antojo sin sobrepasarse en las ocasiones, como midiendo la jerarquía del partido. Probablemente se sobró, a raíz del gol de Tiko, y dejó crecer a una Gimnástica presuntamente condenada a galeras con un gol en contra.

El equipo cántabro no se soliviantó por la adversa circunstancia. Era lo que esperaba, no le extrañó que el Athletic le dominara, que le adelantara en el marcador, que le asustara en algunas contras. Con todo perdido decidió irse a por el partido con esa vehemencia que aporta quien se siente perdido. Y el Athletic desapareció en la segunda mitad. Tonteó con el balón, reculó, se ninguneó a si mismo hasta el punto se sacar como único provecho una ocasión de Etxeberria, que remató al poste del guardameta Guillermo.

Olía a tragedia y se incendió el monte. Empató la Gimnástica por esa desaplicación que a menudo afecta al eje central de la defensa del Athletic y cuando todo amenazaba prórroga, pensando en que el equipo menor se conforma con resistir al mayor y éste con resolver aunque sea en los penaltis. Y así, pensando y pensando, llegó el gol de los cántabros en el tiempo de descuento. Y la agonía del Athletic. Y la desesperanza en un torneo que adora pero que le es esquivo, que dribla cada año, juegue con suplentes o titulares, con entrenadores pasivos o activos. Con lo que sea: es un torneo que no lo sabe jugar ni ante el vicecolista de la Segunda B. Éste, la Gimnástica, un histórico del fútbol cántabro, sí que sabe jugar este torneo. Lo demostró en la edición de 2001, cuando eliminó a dos Primeras como el Alavés y Las Palmas. Por si fuera poco, hizo sufrir de lo lindo al Barcelona, que sólo ganó en El Malecón con un gol de Rivaldo y luego en el Camp Nou no pasó del 0-0.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de octubre de 2003