El realizador japonés Akira Kurosawa (1910-1998) dirigió películas de casi todos los géneros, desde el cine negro a la reconstrucción histórica pasando por sus personales recreaciones de algunos de los principales dramas de Shakespeare. Y logró dar a todos sus filmes un marcado toque personal, primero, porque como pintor los convirtió en espectáculo, pero también porque se empeñó en plantear duras reflexiones sobre el ser humano, con un poso de optimismo. El programa Nosferatu de San Sebastián abre hoy en el Teatro Principal un ciclo de 30 películas que revisará su trayectoria hasta el próximo mes de junio. Lo hace con el pase de la versión original de Kagemusha, la sombra del guerrero (Palma de Oro en Cannes en 1980), apenas vista en Occidente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de octubre de 2003