El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, sometió ayer a un seminario de más de cinco horas, almuerzo incluido, a sus 26 colegas aliados, para mostrarles en la práctica lo deficientemente preparados que están para acometer con celeridad operaciones de ataque rápido. El escenario fue la base aérea de Schriever, a 24 kilómetros al este de Colorado Springs, y la misión, una operación de rescate en una isla del mar Rojo.
Se trata de la primera operación in situ en la que participan ministros de la Alianza Atlántica, incluidos los de los siete países que van a ingresar en mayo en la organización. El jefe del Pentágono bautizó la operación, realizada a puerta cerrada, con el nombre de Corona: un grupo de occidentales son tomados como rehenes por un Gobierno radical en una isla del mar Rojo que almacena armas de destrucción masiva. El suceso ocurre en 2007, un año después de que la Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN (20.000 soldados) se encuentre ya plenamente operativa. ¿Qué hacer?
El Pentágono sostiene que los aliados tienen que agilizar mucho más sus burocracias nacionales, recortar plazos, sortear obstáculos parlamentarios. Rumsfeld tranquilizó a sus colegas al decir que no pretendía torcerles el brazo tomando decisiones urgentes o asumiendo compromisos que pudieran rebasar el marco informal de este inusual ejercicio.
Sin embargo, Rumsfeld desglosó ejemplos de lentitud a la hora de la toma de decisión en varios países cuando se trata de ratificar el envío de soldados fuera de su territorio. En algunos de los antiguos estados comunistas, como Polonia y Hungría, una petición de esta clase exige ser aprobada por una mayoría de dos tercios, al igual que en Turquía. En Alemania se necesita la mayoría simple, y en el caso de España, por ejemplo, el Gobierno está obligado a requerir el visto bueno de las Cortes sólo en casos de guerra. Así, por ejemplo, José María Aznar no tuvo que solicitar la autorización del Congreso cuando decidió enviar más de un millar de soldados a Irak.
"Ha llegado el momento de que los países de la Alianza revisen sus restricciones constitucionales, legales, políticas y financieras para poder incrementar la disponibilidad de capacidades entre todas las naciones", les ha dicho el secretario general de la OTAN, George Robertson, a los ministros para calentar el debate de Colorado Springs.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de octubre de 2003