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CARTAS AL DIRECTOR

Mundo subcontratado

He empezado a escribir un diario titulado "Episodios de una consumidora ante un mundo subcontratado". Sólo con las incidencias de la semana pasada ya tengo material para escribir una pequeña novela.

El lunes llamé a una compañía aérea para reclamar mi maleta, que se había perdido a mi vuelta de Lisboa: "Lo siento, señora, nosotros contratamos a Iberia para que gestione nuestras reclamaciones", afirmó el empleado de la aerolínea portuguesa. "No, señora, de eso se encargan en la compañía a la que usted le compró el billete", me contestaron en Iberia.

El martes compré un billete de tren por teléfono. Cuando fui a recogerlo, en la estación me dicen que esa reserva contiene un error y que no puedo viajar el día que yo quiero. "Los que hacen las reservas por teléfono son una subcontrata. Aquí en Renfe no tenemos nada que ver", me explica el hombre del despacho de billetes.

La experiencia del jueves fue, sin embargo, la definitiva. Hace 20 días que Telefónica debía instalarme un teléfono en mi casa. Había llamado varias veces para informarme acerca del estado de mi solicitud. "Señorita, la instalación de los teléfonos la realiza una empresa subcontratada. Nosotros le haremos llegar su solicitud", me dijeron una de las veces.

Pero a la altura del jueves yo ya había perdido la paciencia y decidí poner una reclamación. "Lo siento, señorita, no puede poner una reclamación a Telefónica, debe ponérsela a la empresa subcontratada", me dicen. "¿Cómo se llama esa empresa, cuál es su número de teléfono?", pregunto. "Lo siento, señorita, nosotros no disponemos de esa información".

Desesperada, me desahogo con mis amigos.

"No sé de qué te sorprendes, los obreros se caen de los andamios porque la empresa para la que trabajan ha sido subcontratada por dos duros, los cuales no emplean en seguridad y salud laboral y nadie se lleva las manos a la cabeza, ¿qué esperas?". Pues no sé qué espero, pero tengo la sensación de que me estafan y de que alguien se queda con mi dinero sin prestarme a cambio los servicios que tanto me prometen en sus anuncios de la tele.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de octubre de 2003