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Crítica:TEATRO | 'Queen'

Roqueándonos

"We will / we will rock you", canturreaba ¡yo! en el espectáculo y al final, por la plaza de Benavente. Le queremos rockear a usted, traduciría en un español turbio. Es un estribillo famoso, como famoso es Queen, el mítico grupo de rock que hicieron Brian May y Tim Staffell, al que incorporaron a un joven llamado Freddie Bulsara, que más tarde se llamaría Freddy Mercury, y que resultaría un genio, un verdadero genio de la música. Murió de sida a los 41 años.

Sobre esa música han hecho un guión de espectáculo: se supone que dentro de cientos de años la tierra estará ocupada por los globalizadores que prohibirán la música, y los rockeros se refugiarán en las catacumbas, cantarán y descubrirán los viejos instrumentos: es su victoria final.

Queen: We will rock you

Musical de Queen sobre guión de Ben Elton, traducción de Luis Álvarez. Intérpretes: Juan José Guzmán o Juan José Pardo, Javier Navares, José Luis Cortés, Momo, o Miguel Fernández, María Blanco, Sheilah Cuffy, Ángel Padilla, Eva María Cortés. Director de la banda: Pablo Navarro. Músicos, coros, cobres, cuerpo de baile. Vestuario: Juan Ortega. Director: Luis Álvarez. Teatro Calderón. Madrid.

Recuerda la trama de Fahrenheit 451, sólo que en aquel caso se trataba de libros y de quienes se los sabían de memoria. En todo caso, tiene poca importancia: de lo que se trata es de revivir el rock de Freddy Mercury y de Queen y de salvarlo del olvido.

Luis Álvarez, motor entusiasta de todo esto, con la asesoría de los productores originales (es una producción extranjera), ha conseguido buenos colaboradores: los músicos suenan muy bien, las voces son verdaderamente rockeras y el espectáculo tiene ritmo.

A los supervivientes (¡tantos!) de la época de Freddy Mercury y de Queen no dejará de parecerles una imitación, y el idioma español suena raro dentro de esa música; pero los aficionados lo pasan bien, y la sala estaba llena de ellos en el estreno: viejos y jóvenes rockeros del que fue un tiempo peculiar de Madrid, a veces dieron palmas, otras corearon y tres o cuatro quisieron encender sus mecheros, aunque ese simbolismo está hoy perdido.

Dedicatorias

Luis Álvarez tenía previsto el éxito que se produjo y preparó un final justo en el que salieron a escena maquinistas, modistas, iluminadores: todos los equipos de ayuda, que son numerosísimos.

Y para terminar hizo tres dedicatorias de su espectáculo: a sus padres, que estaban por allí; a su hija, que salió vestida de bohemia, y a la Virgen de la Esperanza, ante cuyo recuerdo se santiguó y depositó unas rosas.

Antes había depositado otra para Freddy Mercury y miró hacia el techo del teatro, por donde se supone que estaba su alma.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 10 de octubre de 2003