Hay que felicitar a Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, por su genial y moderna idea de poner Internet en la playa, lugar donde tradicionalmente la gente se aburría como ostras: Que si la palita y el cubito, la cometita, los castillitos de arena, la recolección de conchas y piedrecitas, la aburrida observación de gaviotas, pececillos, rocas, algas, cangrejos, barquitos, o la contemplación de un absurdo y siempre lejano horizonte. Como se sabe, algunos niños y jóvenes perdían lastimosamente el tiempo haciéndose preguntas sobre el recorrido del sol y el "misterio" de su "desaparición" tragado por el mar.
Además de aburrida y poco organizada, una playa así no genera riqueza. En cambio, ahora el Ayuntamiento tiene la oportunidad de poner en movimiento un dinerillo que tenía ahí muerto.
Los ayuntamientos del interior deberían tomar buena nota de la original iniciativa de la alcaldesa de Cádiz e instalar conexión gratis a Internet por los campos, esos parajes ajenos al progreso y sin apenas posibilidades de ocio, donde sólo van unos pocos masoquistas a los que les gusta sudar la gota gorda haciendo excursiones a pie, en un entorno que da poco de sí para las expectativas de una juventud moderna que exige y necesita un ocio bien planificado. Seguro que para ello cuentan con la ayuda y el asesoramiento de colectivos ecologistas como Quercus y Agaden, que colaboran con la alcaldesa en su feliz idea de entretenimiento playero, y que, al fin, parece que han caído en la cuenta de que el futuro de los espacios naturales pasa por tener conexión gratis a Internet debajo de cada piedra cangrejera.
Ahora en serio, ¡en manos de qué gente está el mundo!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de octubre de 2003