Hechos: Un nuevo ciudadano enfermo de legionela está hospitalizado en Alcoi. Se trata de un caballero que aquejado de congestión, fiebres y expectoraciones tintadas de sangre acudió a su médico de cabecera. La respuesta del facultativo fue que debía tomar unos comprimidos de Paracetamol y esperar unos días a que le avisaran para tomarle una radiografía. Para tal decisión y tratamiento no necesito realizar exploración alguna, ni siquiera una simple auscultación o toma de temperatura.
Comentario: El principal lazo entre el sistema sanitario y el ciudadano corriente es el médico de cabecera, un funcionario del sistema público de sanidad que bajo su condición de hombre de ciencia se supone que debe emplear sus conocimientos en busca de la relación causa-efecto. No fue así, el funcionario no procedió de forma correcta y ni siquiera parecía encontrarse al corriente de los medios que informan sobre un virus que ha afectado la salud de centenares de vecinos.
De ello se deduce: A) Nuestro médico carece de la perspicacia y el sentido común que le induzca a relacionar síntomas sospechosos, virus activo en el entorno, paciente en edad de riesgo y alarma social. B) Nuestro médico carece de sensibilidad hacia sus pacientes, simples números de la Seguridad Social. C) Nuestro médico tuvo un mal día y su dejadez no fue más que un desliz entre sus muchas consultas. D) Nuestro médico no posee la agudeza para sentirse aludido en el caso de que llegase a leer estas líneas y seguirá diagnosticando con su oráculo y sus dados. E) Los alcoyanos jugamos a una tétrica lotería cuyo premio es la legionela o, aún peor, que nos atienda un médico negligente. F) No se si emplear el sarcasmo, la denuncia, la rabia o simplemente alegrarme de escribir una Carta al Director y no un Réquiem.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de octubre de 2003