Las pruebas para los enjuiciamientos de los 660 detenidos en Guantánamo, si es que llegan a procesarles, se derivarían en gran parte de los testimonios recabados durante los interrogatorios. Esos testimonios están siendo revisados a raíz del presunto espionaje de dos traductores y del único capellán musulmán de Guantánamo, arrestados por separado en las últimas semanas. Sobre uno de los traductores, Ahmad al Halabi, pesan 32 acusaciones de espionaje y traición, mientras que el segundo, Ahmed Melhalba, está recluido en una cárcel civil, puesto que fue arrestado por el FBI en el aeropuerto de Boston.
El capitán capellán, Yosef Yee, fue acusado formalmente anoche de "desobedecer órdenes en el manejo de información clasificada", en otras palabras, de llevarse información secreta a su domicilio, cargo que podría llevarle a prisión durante dos años.
Un equipo de investigadores del Comando Sur del Pentágono, con sede en Miami, se ha desplazado a Guantánamo para investigar si los casos de espionaje son incidentes aislados o forman parte de una red de infiltración terrorista en el Ejército de Estados Unidos.
En concreto están revisando cientos de horas de interrogatorios grabados en el último año para determinar si las traducciones eran correctas y si los traductores aprovecharon los intercambios verbales para comunicar otro tipo de información. El traductor Al Halabi y el capellán se conocían, pero los investigadores militares no han concluido si actuaban de forma coordinada ni si se habían conocido en Siria.
El capitán Yee, de 34 años, nació en Nueva Jersey en el seno de una familia china y se fue a vivir a Siria cuatro años después de convertirse del cristianismo al islam en la década pasada. Al Halabi, sirio de 24 años, creció en Michigan y entró voluntario a la fuerza aérea a fines de 1999. Ambos están aislados en celdas de confinamiento, Halabi en California y Yee en Carolina del Sur.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de octubre de 2003