El señor Pomés tiene razón. Los profesionales de la atención primaria de salud gestionamos mal nuestro tiempo. Se referirá a nuestro tiempo libre, claro, parte del cual dedicamos a alargar nuestras consultas (pocos ancianos se desnudan rápidamente, una toma correcta de tensión arterial precisa en torno a los cuatro minutos...), a visitar a crónicos o terminales en sus casas fuera de nuestro horario y al estudio y la formación, en múltiples ocasiones pagada de nuestro bolsillo.
Jamás banalizaremos la demanda, porque los profesionales sabemos de la importancia de la escucha activa, de la empatía y asertividad como herramientas imprescindibles para nuestro trabajo. Afortunadamente, nuestros pacientes están satisfechos (sólo debe consultar las últimas encuestas de satisfacción, en las que, por otra parte, los profesionales nos declaramos insatisfechos sobre el reconocimiento por parte de nuestra empresa). En los últimos 20 años la atención primaria ha ido asumiendo patologías prevalentes de alta morbimortalidad, mejorando los controles de patologías crónicas, aumentando las coberturas vacunales y el control del niño sano... Numerosos estudios demuestran la necesidad de un mínimo de 10 minutos por consulta si se desea una atención primaria de calidad. Nuestro deseo es ofrecer a la población la mejor atención posible y en ese sentido continuarán nuestras reivindicaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de octubre de 2003