La mala imagen que desde hace más de 20 años dan los alrededores de los Encants por la venta ambulante se limitaría si el Ayuntamiento de Barcelona planteara un plan de usos. Debería comprenderse que es un mal imposible de erradicar con la sola presencia policial.
El plan permitiría sobrevivir a un número alto de personas que no tienen otros recursos y viven de la venta de lo que recogen. Todos saldríamos beneficiados, incluidos quienes apreciamos estos mercadillos callejeros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de octubre de 2003