A falta de nueve días para que la inauguración del Museo Picasso de Málaga certifique el reencuentro del pintor con su ciudad natal, ésta se prepara apresuradamente, al menos para adecentar su cara y que las ruinas de algunos inmuebles del centro histórico no desentonen con las históricas circunstancias. Lejos de la refriega política entre Ayuntamiento y Junta por la demora en el plan de acondicionamiento del entorno de la judería, operarios municipales y particulares han cogido la brocha para pintar las fachadas de las calles adyacentes a la pinacoteca, literalmente tomada por andamios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de octubre de 2003