Hace cinco días, Dani Pedrosa, de 18 años, lloraba de felicidad en lo más alto del podio del circuito de Sepang (Malaisia), donde acababa de proclamarse campeón del mundo de los 125cc. Ayer, Dani Pedrosa lloraba de dolor en una cama del hospital Victoria de Melbourne, donde fue trasladado tras hacerse añicos los dos tobillos.
Apenas habían pasado diez minutos desde que se subió a su Honda, para desarrollar los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Australia, penúltima carrera del Mundial que se disputa la próxima madrugada (4.00 hora española, La 2), cuando Pedrosa salió escupido de su moto y voló antes de impactar espectacularmente contra el suelo. Aquello, que parecía uno de los muchos accidentes que se producen en los entrenamientos pudo tener consecuencias gravísimas.
Ocurrió en la entrada de una de las curvas, en bajada, cuando el español daba la octava vuelta al circuito. Incompresiblemente, Pedrosa se abrió demasiado para hacer el giro, la moto le culeó, perdió la trazada y se fue hacia la parte exterior de la pista, donde se encuentra la zona que los pilotos llaman piano. En ese momento, quizá para evitar ser descabalgado, el catalán puso su pie izquierdo en el asfalto, acción ésta que le provocó las lesiones más graves, y salió despedido hacia la hierba, donde dio varias volteretas antes de estrellarse contra las protecciones.
Ya en el suelo, el corredor catalán intentó incorporarse, pero le fue imposible. Permaneció postrado hasta que llegaron las asistencias. En cuanto se comprobó la gravedad de las heridas, fue evacuado en helicóptero al hospital. Allí se le diagnosticó una fractura del astrágalo del pie izquierdo y otra del maléolo externo derecho. Inmediatamente los médicos decidieron intervenirle de ambas lesiones. En su tobillo derecho colocaron dos tornillos. Más prolijo fue el trabajo para subsanar la lesión del izquierdo, de mucha mayor gravedad. Según el equipo médico, la operación, que duró cuatro horas, se desarrolló de forma satisfactoria. Se prevé un periodo de reposo absoluto de al menos una semana. Será después cuando Pedrosa regrese a España, donde permanecerá de baja cerca de tres meses. De este modo, el piloto barcelonés se perderá, además del Gran Premio de Australia, el de Valencia, que se disputa el próximo dos de noviembre.
"Ha sido necesario intervenir de forma urgente ante la gravedad de la fractura", informaron fuentes hospitalarias; "la operación que se le ha realizado debe acabar definitivamente con cualquier peligro para el futuro de Pedrosa". Según esos mismos interlocutores, la rápida intervención ha descartado que al corredor le pueda quedar cualquier secuela en forma de cojera. "Es una lesión muy delicada, ya que cuando el astrágalo se rompe se pueden sufrir problemas de vascularización e incurrir a veces en una necrosis inexorable. El largo viaje a España en esas condiciones habría sido muy peligroso para el futuro del piloto".
La peor fractura posible
En todo momento Pedrosa estuvo acompañado por su mánager, el ex corredor Alberto Puig y director técnico de su equipo. Al hospital acudieron también sus padres, que acababan de aterrizar en la ciudad australiana con el propósito de celebrar junto a su hijo el campeonato recién conquistado.
"Es la peor fractura, junto a la del escafoides, que un corredor puede sufrir". Así se manifestó Ángel Nieto, que reconoció que él también sufrió ese tipo de lesión. "Estuve tres meses de baja y al principio también se temió que pudiera quedar alguna cojera. Pero no fue así", explicó Nieto, el primer español en proclamarse campeón del mundo, en 1969, título que repitió 12 veces más. El último en emularle, Dani Pedrosa, permanece postrado en una cama de la UVI de un hospital de Melbourne.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de octubre de 2003