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Crónica:FÚTBOL | La jornada de Liga

El Deportivo castiga al Barça

El equipo gallego, con goles de Luque y Sergio, vence a los azulgrana, que siguen sin ganar esta temporada en casa

Pasó el Deportivo por el Camp Nou y se apuntó una victoria tan cómoda y suficiente como la que se apuntó en su día el Valencia. Aunque no ganó con la gorra, un decir que sería faltarle al respeto al Barça, resolvió el partido en los momentos en que precisamente se discutía su jerarquía, falta de grandeza o un cierto absentismo. No está el Barcelona todavía a punto para afrontar encuentros delicados ante rivales que le sacan un palmo por lo menos. A mayor rival, más grande es el chasco azulgrana, y la hinchada empieza a dimitir o, al menos, la afluencia en el estadio ha disminuido con respecto al acto inaugural. Voluntarioso en el entre juego y entregado a Ronaldinho, el equipo barcelonista se pierde en las áreas, demasiado vulnerable en la suya y ciego en la rival.

BARCELONA 0 - DEPORTIVO 2

Barcelona: Víctor Valdés; Gabri, Puyol, Cocu, Van Bronckhorst; Ronaldinho, Gerard, Motta; Luis Enrique (Santamaría, m. 46), Saviola y Luis García.

Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Naybet, Andrade, Capdevila; Mauro Silva, Sergio (Duscher, m. 73); Víctor, Valerón, Luque (Fran, m. 78); y Pandiani.

Goles: 0-1. M. 40. Mauro Silva asiste a la izquierda hacia Capdevila y su centro lo remata Luque. 0-2. M. 70. Sergio marca de un disparo raso, tras una jugada de Valerón.

Árbitro: Fernando Teixeira. Cántabro. Amonestó a Andrade, Ronaldinho, Sergio, Molina, Puyol,

68.262 espectadores en el Camp Nou. Se guardó un minuto de silencio por las muertes del seguidor del Depor, Manuel Ríos, y del escritor y socio del Barça, Manuel Vázquez Montalbán.

Animado por el saco de goles recaudado ante el generoso Púchov, Rijkaard dispuso el mismo plan frente al soberano Deportivo, un adversario tan difícil de atacar como complicado de defender. El equipo de Irureta no le dio al Barça la profundidad de campo que le ofreció el rival del miércoles, sobre todo porque los laterales fueron más exigidos como defensas que como volantes, y los pivotes cerraron la medular con oficio y solvencia. Los azulgrana, sin embargo, mantuvieron una animosidad y competitividad interesante. A primera vista fue un grupo bravo, físico y fuerte, siempre digno frente a un Deportivo ya cuajado por bien trabajado, siempre un punto por encima de los azulgrana en cada litigio futbolístico.

Pese a que Puyol parece más lateral que central, el Barça ha ganado fiereza con el zaguero en el balcón del área. El jugador se siente más trascendente, participa más del juego, y la línea de vida del equipo tiene un aspecto más fiero. Puyol, Motta y Gerard le dan al Barcelona más presencia al tiempo que Luis García es mejor agitador que Overmars, y Ronaldinho llena la cancha por sí solo. El dibujo azulgrana ha perdido simetría con la presencia de Ronaldinho como falso volante, arrancándose igualmente por el callejón del ocho que como trescuartista, dinámico como es en cada encuentro. A cambio, sin embargo, gana capacidad de sorpresa y desequilibrio.

El Deportivo tardó un buen rato en reivindicarse como uno de los grandes del campeonato. Más que del juego colectivo, que le sirvió para cerrar su portería, intimidó por la presencia en el flanco izquierdo de Luque, por donde siempre creyó que tenía abierta la senda del triunfo, de manera que no pareció sufrir por su suerte. El Barça sangró reiteradamente por el lateral derecho, con Gabri desbordado a menudo en jugadas de dos contra uno, falto de ayudas, incapaz en el uno contra uno. No fue casualidad que el tanto gallego fuera armado por Capdevila y rematado por Luque. La jugada, con el descanso ya muy cercano, desmontó al Barça, que se sintió especialmente desafortunado.

El marcador fue mezquino con el interés que el Barça había puesto en el partido. Pese a disponer de munición suficiente para batir a Molina, ofrecía los puntos débiles suficientes para que un rival como el Depor le batiera. Luis Enrique, por ejemplo, pasa desapercibido en la banda y se le desaprovecha como media punta goleador. Saviola es un ariete demasiado liviano para ponerle punto y final a un equipo como el Barça. Y Rijkaard carece de un futbolista que sea su extensión en la cancha, lo contrario de lo que le ocurre a Irureta con Mauro Silva.

La experiencia le alcanzó al Deportivo para combatir a un Barcelona muy rejuvenecido. Los azulgrana plantearon un segundo acto muy abierto después de corregir una de las disfunciones que acostumbran a decidir partidos de alto rango como el de anoche. La entrada de Sergio Santamaría por Luis Enrique le dio más vitalidad y llegada, a cambio de rebajar su consistencia en la medular, una situación que agradeció el plantel gallego en ataque, con Valerón al frente, siempre decisivo. A la segunda pelota de gol que puso el canario, Sergio resolvió y bajó la persiana del Camp Nou, para desdicha de una hinchada que se había arremangado nuevamente con el último esfuerzo de su equipo, envalentonado y dispuesto, y al mismo tiempo impotente ante la portería contraria y frente un rival mejor, que le castigó en el peor momento. No hay manera de que el Barça gane un partido de Liga en el Camp Nou.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de octubre de 2003