Les invito a todos ustedes a darse un paseo por el centro de Sevilla y contemplar una chapuza. Sólo es una más de las que podemos observar por cualquiera de nuestras calles, pero merece un paseo. No tienen más que dirigirse a la popular iglesia de la Candelaria y observar los adoquines que bordean su acera, justo delante de la entrada. Hace poco que unos albañiles han terminado de cerrar una zanja que llevaba unos cables hasta una obra próxima. El trabajo de estos "profesionales" es de categoría y podría entrar en el podium a la desidia, la improvisación o la ineptitud que muestran muchos albañiles... de nuestra ciudad. Den una vuelta y, de paso, pueden visitar también el primer premio indiscutible a la chapuza sevillana: Las losas de los alrededores de la Catedral. Es una pena, pero parece que aquí se ha olvidado ya el gusto por el trabajo bien hecho.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de octubre de 2003