Lo más triste de la propuesta de Artur Mas, de que los deportistas catalanes pudieran participar bajo el pabellón de Andorra, no es que sea un despropósito "inviable", una collonada, como la califican fuentes próximas al Ejecutivo andorrano; tampoco que Mas lanzara esta iniciativa, irresponsablemente, como conseller en cap y no como candidato de CiU, o que el candidato del PP, Josep Piqué tuviera la oportunidad de considerarla "absurda y ridícula" y Zaplana y Rato la comentaran entre risas a la salida del Consejo de Ministros. No, lo más triste y lamentable es que esta reprobación unánime y este ridículo no sólo descalifican a Mas y su partido, sino que para muchos españoles recaen sobre "los catalanes".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de octubre de 2003