Sigue fiel a los mundos fantásticos, donde se forjan mitos y leyendas que parecen lejanos y extraños, pero que son mucho más próximos de lo que podemos imaginar. Como los personajes, los avatares y los lugares de Nos espera la noche (Alfaguara), segunda parte de una trilogía que Espido Freire (Bilbao, 1974) empezó con Donde siempre es octubre y finalizará en Música inacabada, título provisional de la última parte, que ya está en borrador.
Es de las escasísmas autoras españolas que exploran el género fantástico con seriedad. "Me interesa porque ofrece más elementos que otros géneros tradicionales y porque a través de los símbolos se puede llegar a donde no llega la realidad ni el lenguaje", asegura Freire.
De hecho, en Nos espera la noche, una novela que tenía guardada en el cajón y que había escrito con sólo 22 años, esta autora de aliento creativo incontinente -ha publicado 11 libros en cinco años, incluido Melocotones helados, que obtuvo el Premio Planeta en 1999- forja leyendas, habla de maldiciones, mezcla personajes heroicos y sagas enfrentadas en un territorio mítico llamado Gyomaendrod en el que, según ella, aparecen más elementos de Shakespeare, Homero y de Borges que del Tolkien de El señor de los anillos.
Incluso reivindica al Camilo José Cela de los territorios recónditos y salvajes de Mazurca para dos muertos, donde describe una Galicia eterna en la que a Freire le impresionan mucho "esas voces y las preguntas que se pierden en medio de la nada", afirma. Todos ellos excitan la ya de por sí activa imaginación de esta joven narradora que iba para cantante de ópera con 14 años. "A veces debo contener mi capacidad de fabular, porque no es bueno que se desate", asegura.
Ni tampoco el éxito, que dice tener controlado, sobre todo después de haber triunfado en las letras tan joven. "El mundo de la ópera me ayudó a relativizarlo todo. Yo no logré nada en ese campo -iba para soprano ligera-; no quería, porque es duro ser una niña prodigio cuando ni siquiera lo quieres, pero pude ver la vida de algunos divos", afirma.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de octubre de 2003